La mañana comenzó a las siete en punto con los gritos, que luego nos daríamos cuenta, hacían de despertador de Ismael: ¡Hoy va a ser un gran día!! y de Carlos: ¡Echad más leña al fuego! ¡Esto es la guerra! y sin olvidarnos del rebuznar de Problemas.
Fue una mañana de aprendizaje, tomamos nuestra primera clase de cómo recoger las tiendas de campaña de 3” (nivel usuario).
La conducción de una de las furgonetas fue a manos de María M. y el resto nos fuimos con Vidal, que tras hacernos un interrogatorio exhaustivo, con el objeto de que perdiéramos esa vergüenza del primer día, nos enseñó que para solucionar un problema de verrugas, había que restregarse por la verruga un hueso de un animal que llevara dos años muerto y así ésta se curaría, o el significado de una línea continua: aquella que no se puede rebasar, en nuestro caso, esa línea se llamaba Vidal, entre otras cosas más.
La comida consistió en morcilla y chorizo a la brasa que nos supieron a gloria, ¡Cómo que sólo quedaron las cuerdas! Y proseguimos nuestro camino pasando por Belmontejo, donde Vidal nos aconsejó que nos maquilláramos y peinásemos por si encontrábamos algún buen mozo con tierras (adelanto que todas volvimos tal y como fuimos).
Salida de Belmontejo |
Esa tarde tuvimos nuestra primera baja, probablemente por una acidosis producida por un empacho de bellota. Por la tarde empezamos a montar a Problemas, ¡incluso Antonio se animó!, no dudó en tocar rodilla durante el paseo.
Y llegó el momento de la cena, y Urbano nos obsequió con una ensalada de tomate, ajo y sardina de entrante y como plato fuerte unos garbanzos con patata, bacalao y pimiento.
Autores: Amaya, Irene, Laura, María, Sofía y Silvia
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