Como dice Ismael, el día empezó por la mañana. Continuaba lloviendo y con mucho fresco, pero desayunamos bajo techo en el refugio de las Majadas. ¡Qué pereza empezar el camino!, pero la vereda no para nunca.
Esa mañana, un par de animales no pudieron continuar el camino. Andamos por la Dehesa de Portilla y la Latinada el Rojo, bajando por Corrillo Verde hasta la Ribera de Villalva de la Sierra. Aquí comimos una suculenta conserva de matanza de cerdo que María trajo de su casa.
Por la tarde, el camino era más “llanico” y estaba “tóembarrao”; conclusión: 1 kg de más en cada bota. Nos cruzamos con Petronilo, el albardero (monta de carga del burro) que nos confirmó que había llovido tarde y poco, y para las ovejas esto significa menos comida.
Así que al llegar a la Cerraja y antes de encerrar a las ovejas, Ismael y Vidal dejaron que el ganado campara a sus anchas por el prado verde y los rastrojos del campo de golf.
Esa noche Urbano nos deleitó con una suculenta cena a base de careta frita y setas con cebolla, ¡espectacular como siempre!
Y por la noche el fuego nos reunió para acompañar la bebida con las historias y risas que íbamos contando. Por sorpresa y admiración de todos, surgió un recital de poesía mano a mano entre Ismael y Eva. Precioso.
Autores: Inés, Cristina, Alexandra, Fran, Silvia, Anna, María, Eva, Emilio y José Luis.
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