Hoy sí que sí, Problemas le roba el papel de despertador a Magallón y nos despierta con sus rebuznos. Se escucha mucho movimiento fuera, los trashumantes del otro rebaño se despiden y emprenden un camino diferente hacia el Valle de Alcudia ¡Buen invierno compañeros, hasta el año que viene!
Como todos los días, cogemos fuerzas en el desayuno y comenzamos a andar por los viñedos interminables de La Mancha. A un lado de la vereda divisamos un “iglú de piedras”, Vidal nos cuenta que es un “bombo” o “turruco”; edificaciones abombadas que construían los campesinos, piedra sobre piedra, para protegerse de las inclemencias del tiempo, típicas de La Mancha. Ningún día nos acostamos sin aprender nada nuevo.
También detectamos algo raro en la retaguardia del rebaño, la joven oveja cojita a la que llevábamos esperando y dando ánimos todos estos días para que siguiera el ritmo del rebaño, ¡no estaba! Levantamos la vista hacia delante y allí estaba, rauda y veloz por delante, ¡genial!
Hora de la comida, siempre con visitas allá por donde pasamos. Esta vez se acerca a comer con nosotros Francisco, un vecino de Socuéllamos que nos trae melones de postre y lotería. ¿Y cómo no íbamos a comprar todos? ¡Imaginaos que toca! Si… imaginando… mientras “zampamos” los embutidos y atún que nos había preparado el tío Domingo, bromeamos con Ismael y Vidal “¡Si nos toca la lotería al año que viene contratamos un catering! ¡Y una discomóvil para todas las noches!” dicen entre risas.
Continuamos nuestro camino, jornada dura, el cielo se empieza a nublar y el “fresquito” ya se hacía notar. En el camino Vidal pide varias veces la libreta a Mariela, quien la llevaba a buen recaudo, y nos cuenta que apunta cuando montan los chotos y a qué cabra, así las tiene controladas cuando vayan a parir, ya que al ser un rebaño criado en extensivo las cabras tienen la “manía” de esconderse cuando paren y a la hora de comer dejan al cabrito solo, lo que resulta muy apetecible para cualquier zorrillo que esté al acecho. Durante nuestras jornadas de aprendizaje también tenemos que estar muy atentos a Problemas, que se dedica a allanar la morada de los vecinos que habitan en los límites de la vereda.
Justo antes de llegar a cruzar el puente de la autovía, tenemos un pequeño percance con una oveja que se había enganchado en los alambres y tubos de los viñedos, pero Vidal, muy atento siempre, lo soluciona antes de que nos demos cuenta.
Conforme pasan las horas vamos notando el cansancio, es agotador andar en recto y nos vamos tumbando por los bordes de la vereda a descansar en cuanto podemos mientras Vidal nos grita “¡Si solo lleváis 5 días, imaginaros 24!”. Y si, toda la razón del mundo, de hecho, no nos lo queremos ni imaginar. Además, la vereda se había convertido en un auténtico vertedero, botellas, cristales, latas, bolsas de plástico… Una auténtica vergüenza y pena, mucha pena.
Estábamos ya casi llegando al campamento donde nos esperaban María y Fran, que venían a haceros compañía en nuestros últimos días, nuestros hateros y Urbano, con una tormenta pisándonos los talones muy de cerca, sacamos los chubasqueros y aceleramos el paso animando a nuestras lanudas “¡Vaaaaaaamos señooooras!”. Aunque, cuando miramos a nuestras espaldas nos tenemos que detener obligatoriamente, y admirar durante unos instantes el arco iris que corona los viñedos.
Tras una carrera crítica, Margarita ha conseguido cazar un conejo. Llegamos al campamento (La casa del picante) entre unas ruinas de una antigua paridera, donde dormiremos esta noche. Hoy también nos acompañarán durante un rato Teresa y su marido.
Aprovechamos las últimas horas de luz para hacer sesión de peluquería, que ya es hora, porque nuestros pelos ya no tienen remedio. Clara y Andrea han conseguido hacerse una foto con Vidal mientras él bromea con que va a romper la cámara. La luz de la hoguera crece mientras que la del sol va desapareciendo, y aprovechamos para disfrutar del atardecer sobre los viñedos.
Como todas las noches, toca sesión de canto. A estas alturas de la semana todos nos hemos aprendido las canciones y podemos corear a Carmen como profesionales. Emilio dirige otra de sus ruedas cósmicas de despedida, y de paso compartimos nuestras reflexiones sobre lo que ha significado para nosotros la experiencia de la vereda. Eso da paso a una charla sobre nuestro futuro laboral con Emilio, que nos motiva y nos hace perder un poco el miedo a lo que nos espera al terminar la carrera. El último debate de la noche es el mismo de otros días, liderado por Pedro: ¿Qué vino es el mejor? Al final descubrimos la clave: el que más te guste.
Autores: Clara Burillo, Andrea Menjón, Esther Mora, Mayte Ortiz, Lidia Regaño, Amaia Torre, Mariela Subirán y Carmen Ceresuela
Profesores acompañantes: Jose Luis Olleta, Emilio Magallón y Diego Arroyave
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