Esa mañana nos levantamos un poco más tristes que la anterior, ya que sabíamos que Leandro se marchaba. Nos pusimos en marcha con la lluvia cayendo sobre nuestras cabezas y recordando estos días con la gente que ya se había ido.
Vidal empeñado en conseguir agua, accedió a una rotonda en sentido contrario provocando el susto de las hateras que iban siguiéndole. Tras conseguir llegar a la fuente del pueblo, aprovechó para afeitarse. Esa misma mañana las hateras tuvieron que volver a paralizar el tráfico para que el rebaño pudiera continuar por la Cañada Real.
Siguiendo al rebaño, la lluvia despegó el esparadrapo que aguantaba agónicamente la suela de la zapatilla de Sixena. Se vivieron unos momentos de tensión, ya que no podía andar con la bota en esas condiciones, en ese momento apareció Colorao con sus dotes de scout, que acompañado de su amigo Parretas, lograron fijar la suela con la ayuda de dos cuerdas de pita.
Mientras continuábamos la vereda, una oveja cansada ya de andar decidió que era el momento de parir, coincidiendo con el cese de la lluvia. Se paralizó el rebaño unos minutos para que el cordero pudiera nacer más cómodamente.
Después de una caminata repleta de acontecimientos y llovizna, Vidal nos preparó unas exquisitas gachas que nos supieron a gloria. Tras la comida nos dejó con gran pesar Juan Vicente, el pastor que tanto nos había llenado los corazones con sus sonrisas y su actitud siempre positiva. Después de esta despedida, seguimos con el rebaño y pasamos por el pozo del cura, donde Ismael nos ofreció un trago de agua fresca para proseguir con la caminata. Llegando ya a la frontera con Jaén, las ovejas se emocionaron y por poco nos cruzan sin mirar, pero afortunadamente Sixena pudo pararlas.
Los hateros nos recibieron con un bonito campamento al lado de un parque, apañamos el rebaño y procedimos a montar las camas. Vidal como siempre nos preparó una riquísima cena, alubias pardas con oreja. El mejor potaje que hemos comido nunca. Tuvimos un poco de lluvia a la noche, pero eso no nos quitó las ganas de reunirnos alrededor de la lumbre con nuestras historias. Parretas tras tantas emociones se quedó dormido y poco después los demás, tras un emocionante recital de Ismael, fragmento del poema favorito de Leandro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario