A las siete de la mañana con las “furgos” cargadas nos disponemos a empezar esta aventura sin María y sin Sandra, pero finalmente llegan a tiempo para viajar con nosotros, no queremos perder ni un minuto.
Tras horas de viaje hacia La Mancha con Teresa anticipándose en todas las salidas, llegamos a Las Pedroñeras y rápidamente nos reunimos con los pastores, que nos esperan con el buche lleno y los brazos abiertos, para comenzar la tercera etapa de la vereda.
Sobrepasamos una autovía por encima de un puente ayudando a los pastores haciendo un embudo humano. Más parte pasamos otra carretera, esta vez acompañados de la Guardia Civil y con las miradas de niños asombrados mirando la cabalgata de ovejas. Durante el camino las cabras se ponen tibias de peladuras de ajo.
Lamentablemente pasamos por una zona en malas condiciones en las que abunda la basura, es necesario mantener las cañadas y veredas limpias ya que el beneficio que aportan es para todos.
Los hateros nos esperan con el campamento montado, cerramos las ovejas y degustamos nuestro primer guiso de Urbano (arroz con carne, buenísimo, ni un grano de arroz ha quedado). Que no pare la bota que se enfría el vino y a disfrutar la lumbre con las primeras historias y lecciones de los pastores.
“La lumbre del pastor, cuando se va, la mejor”
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