Para comprender el desarrollo del último día de vereda, debemos remitiros a lo momentos compartidos la noche anterior. No podíamos pasar por alto el tremendo cariño que les habíamos cogido a los pastores durante estos días, por lo que quisimos hacer algo para recompensarles todo lo que nos habían aportado. Por eso, decidimos hacer una pequeña ‘’gala’’ final en la que, mediante bandas conmemorativas, les atribuimos un título a cada uno de los pastores y a cada profesor, todo ello acompañado de un precioso discurso para cada uno.
Una vez finalizadas las formalidades, no quedó más remedio que despedirnos del ambiente de la hoguera con una ‘’celebración’’ entre nosotros. Recordamos las anécdotas, compartimos nuevas historias y en definitiva aprovechamos los últimos momentos juntos.
No obstante, la magia de la hoguera es muy poderosa, y algunos de nuestros integrantes sufrieron efectos secundarios de etiología desconocida. En cierto momento de la noche, algunos miembros del rebaño desaparecieron en la oscuridad para preocupación nuestra, y aunque tuvimos que hacer alguna que otra RCP con la única luz de nuestros frontales, al final todo el mundo (o casi) llegó hasta su saco de dormir sano y salvo.
Cuando nos despertamos casi que olvidamos las bajas temperaturas matutinas debido a la tristeza que nos producía saber que iba a ser nuestro último desayuno. Gracias al Universo, Pepe El Biólogo nos trajo bollería recién salida del horno, por lo que al final todo fue menos traumático.
Un último vistazo al rebaño y al paisaje, últimos pasos por la vereda y de vuelta a las fragonetas, rumbo al Norte y a la rutina.
La noche anterior aún seguía presente en el interior de nuestros compañeros por lo que a medio día se hizo una parada de emergencia para recuperar la estabilidad y superar los mareos propios de las carreteras conquenses. Un último bocata y tras una breve siesta llegamos a la Facultad.
Ver a nuestros compañeros, con la ilusión de partir al día siguiente, nos rompió un poco los corazones, pero al final la felicidad de todo lo que habíamos compartido era tan grande que volvimos a casa con una sonrisa y con el alma llena de nuevos amigos y recuerdos.
Autores: Adrián Arroyo, Oihane Jauregui, Adrián López, Sergio López, Mar Martínez, Julia Plaza y Ana Rodríguez
Profesores acompañantes: Delia Lacasta y Emilio Magallón
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