Como reciente costumbre, Magallón comienza el día con su peculiar despertar: “Ayyyyyyyyyyyyyy”, añadiendo estrofas de “Hijo de la Luna”, que es lo que se pone de moda en esta semana trashumante. Todas sabemos ya que es hora de ponerse en marcha. Tras el buen café que nos prepara Ismael y el desayuno abundante de cada día (galletas de chocolate, pastas taustanas y más bollería y dulces) nos ponemos a recoger para comenzar la caminata, mientras Esther y Emilio irán con Urbano de hateros.
El paisaje ya se ha definido como lo que acabaremos viendo cada día de la semana: kilómetros de campos de vid por la zona de las Pedroñeras. Al pasar por un puente por debajo de la carretera encontramos una pintada: “Buen camino para la buena gente de Guadalaviar”, muestra de la huella que van dejando estos hombres allí por donde pasan. Durante el camino las ovejas van saliéndose de la vereda hacia los viñedos, por lo que Vidal nos envía como perros pastores para ir controlando los límites y así vamos desfilando, en fila india recogiendo a las ovejas más golosas que se ponen de uva hasta arriba.
Llega la hora de la comida, y con ella el primer percance de los varios que irán surgiendo durante nuestra aventura: mientras Esther prepara, junto con Urbano y Emilio, la mesa para sus compañeros, le pica una avispa en la palma de la mano, haciendo que necesite ayuda para cosas tan tontas como cortar pan. Urbano nos saca la típica comida fría: embutido, quesos, panceta y el buen pan, regado con el vino que nos brinda Irene. Los hateros también nos sorprenden con una garrafa de crema de orujo recién comprada para que nos acompañe esa noche.
Por la tarde Mariela y Emilio serán los que cojan las furgonetas. Tras poco tiempo podemos comprobar por qué Mariela insistía en no coger la furgoneta: no sabía que existía el freno de mano. Después de unos metros conduciendo y unas paradas técnicas encontramos el problema, quitamos el freno de mano y continuamos nuestro camino.
Tras comer, continuamos el camino lleno de viñedos que nos regalan uvas bien dulces que no fueron recogidas para amenizar el camino. Nos encontramos con un abrevadero antiguo, seco y destrozado en el camino. Seguimos caminando y con Problemas bien agarradito (para que no haga honor a su nombre) y miradas sorprendidas de los coches de la carretera, cruzamos la autopista.
Tras los 20km andados hoy, llegamos a la ermita de San Isidro, uno de los lugares más bonitos donde hemos podido acampar, aunque un poco sucio, ya que se encontraba en una pinada que estaba habilitada para hacer barbacoas y pernoctar.
Al llegar conocemos al nuevo integrante del grupo, el Lisensiado Arroyave, que nos trae regalitos para todas. Nos reunimos con nuestros amigos del otro rebaño de nuevo para cenar y esta vez, ellos también participan de cocineros, regalándonos la experiencia de probar el hartatunos, una comida típica de pastores y similar a una tortilla de patata, pero sin huevo (patata, cebolla, ajo, pimentón y pan). Además, Urbano también prepara panceta, careta y longanizas, además de su ensalada de todos los días. Comenzamos a cenar, esta vez muy acompañados de vecinos que se acercaban a la Ermita y familiares de nuestros compañeros trashumantes.
Con la cervecita previa a cenar nos cae un poco de lluvia, pero aguantamos como valientes. Una vez cenados comienza la ronda de cada día, a la que añadimos frases célebres de Rajoy para reírnos un rato. Comprobamos nuestro nuevo signo del zodiaco porque se ve que los tiempos cambian, y los astros también. Nuestro amigo colombiano pronto conoce la naturaleza de nuestro grupo y, un poco acobardado, acaba uniéndose a nosotros como uno más. Poco a poco va desapareciendo la garrafa de orujo y los integrantes de la hoguera con ella.
¡Hasta mañana rebaño!
Autores: Clara Burillo, Andrea Menjón, Esther Mora, Mayte Ortiz, Lidia Regaño, Amaia Torre, Mariela Subirán y Carmen Ceresuela
Profesores acompañantes: Jose Luis Olleta, Emilio Magallón y Diego Arroyave
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