miércoles, 21 de noviembre de 2012

Día 1 - 1 de noviembre de 2012


Día 1: Tras una noche en la que descansamos poco por los nervios, nos levantamos a las 6:00 para recoger y cargar todos los bártulos y desayunar en el bar Teleclub cuyos camareros nos atendieron muy amablemente a pesar de la hora tan temprana que era. Abrigadicos y tapadicos partimos hacia Los Chorros donde esperaba el ganado, para empezar la vereda hacia las Lomas de Almadillo. Allí se despidieron Muzquiz, Mª José, Olivia y Antonio que regresaban a Zaragoza tras dar el pistoletazo de salida viendo partir el rebaño. 


Últimas despedidas de las mujeres y ¡en marcha! (Raúl Malo Martín)
El rebaño está listo para partir tras dormir en el 
corral de Los Chorros (Raúl Malo Martín)
Entre un hermoso paisaje de la serranía de Cuenca y con la compañía de ovejas y pastores, nos ganamos la confianza de estos, ayudándolos en todo lo posible. Muchacho bájate a la orilla de la carretera y estate atento que no se acerquen mucho las ovejas, nos indicaba con plena confianza Vidal, el más joven de los pastores, que se solía colocar por detrás del ganado, mientras su hermano Ismael lo dirigía delante. Cabe decir que tuvimos que subir un gran collado tras cruzar y dejar el río Júcar atrás, el cual coronamos a las 12:30, donde paramos 20 minutos para almorzar y recibir órdenes.

Al medio día coronamos las cumbres del fondo de la foto.
El collado del aire (Raúl Malo Martín)
A pesar de la opinión popular sobre la inteligencia de la oveja, es un animal
con mucha memoria. Desde un primer momento parece que sepan
que está pasando y hacia donde nos dirigimos (Raúl Malo Martín)
Cruzando el Júcar (Raúl Malo Martín)
Sin prisa pero sin pausa (Raúl Malo Martín)
Atravesamos un estrecho de rocas antes de culminar
el Collado del Aire (Raúl Malo Martín)
El nombre de este collado le viene que ni pintado, el collado del aire. En este momento repartimos tareas marchando Belén, Ricardo, Raúl y Marian a recoger leña y después al lugar donde pasaríamos la noche, para montar tiendas, preparar cena y encender tan preciado fuego, junto con uno de los trashumantes, Urbano, el hatero. Cual fue la sorpresa de los demás andantes cuando, Ismael, el mayoral, nos avisó de que los compañeros habían atascado con la furgoneta en un barrizal. Estando cerca ya del lugar donde haríamos noche nos adelantamos al ganado y fuimos a sacarla empujando todos a una, teniendo éxito en este percance. Sin darnos cuenta a las faldas del collado del aire unas ovejas rezagadas de otro ganado se habían unido al nuestro y sus atentos dueños se acercaron después para decírnoslo y recogerlas.
Setas por todos los rincones y de todos los tipos (Raúl Malo Martín)
Ovejas extraviadas de otro ganado (Raúl Malo Martín)
Sobre las 18:00 llegaron las ovejas acompañadas de pastores, estudiantes, y alguna rapaz carroñera que no había dejado de seguirnos en todo el día, a las Lomas de Almadillo. Se encerraron las ovejas con el pastor eléctrico, se ató a Problemas, un asno de agradables maneras que nos acompaña, y dimos de comer a los perros. Una vez aviado los animales, nos ocupamos de nosotros, habiendo preparado, Urbano y los estudiantes antes nombrados, la esperada cena en el fuego. Dicha cena consistía en un arroz con pollo y verduras, por cierto delicioso, el cual nos enseñaron los pastores a disfrutarlo en el rancho, al ritmo de cucharada y paso atrás. Mientras preparábamos el campamento base esa tarde nos habíamos fijado en un precioso manzano plagado de frutos, nos servimos de él y en el postre nos deleitamos con unas riquísimas manzanas asadas con azúcar, vino y coñac. 

Montando el campamento base (Raúl Malo Martín)
¡Riquísimas manzanas asadas! (Raúl Malo Martín)
Tras la gustosa cena, la cual se nos ha olvidado comentar que fue a las 19:00 y con unas temperaturas bajísimas, limpiamos el caldero y rápidamente nos acercamos a descansar cerca de la hoguera. Nos agrupamos alrededor del fuego para aprender de la sabiduría de los pastores y profesores y entablar más relación, puesto que para los ganaderos eran muchos nombres nuevos, lo cual no les supuso problema y para el resto del camino nos apodaron amistosamente como más fácil les resultaba recordarnos. Luis era el cazador, Ricardo el de Huesca¸ Belén la catalana, María y Almudena, las mellizas (a las cuales aprendieron a diferenciar mucho más rápido que cualquiera de nosotros) Raúl Calamocha, Jaime el de Zaragoza, y Josema Ibarra o el barbas. A las 21:00 el valle se quedaba en silencio pues todo humano y bestia dormía.

Al lado del fuego se veía la noche de otra manera (Raúl Malo Martín)

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