sábado, 4 de abril de 2015

Día 16 de noviembre - "Ruidera, demasiado ruido para el ganado"

Amanecimos en el coloquialmente conocido “Barranco de la vieja”. Cogimos fuerzas a base de nuestro típico desayuno de café caliente con leche para la mayoría, aderezado con cenizas en el caso de Teresa y Rubén, y con leche condensada, en caso de Marian. Lo que ninguno se saltaba cada día eran esas madalenas que se deshacían en la boca, tan dulces, tan esponjosas, ¡qué recuerdos! Algunos afortunados a los que se les enredaba menos el saco a primera hora, podían escoger las de chocolate, las mujeres, por lentas, se comían las que quedaban.


Antes de partir, Vidal e Ismael hacen un repaso del ganado para ver quién necesita una ayudita para continuar con el duro camino, consiste en un empujón a base se Terramicina y Flunixinmeglumine, que es aplicado a los animales con cojeras.


El recorrido de este día hace que nuestros pastores estén más alterados de lo normal, la idea de atravesar el pueblo, no les había dejado conciliar bien el sueño la noche anterior.

El camino ya no es llano, hay más arbustos, más carrascas y encinas, mucho tomillo y romero, pero menos alimento para el ganado y más escondites en los que las ovejas puedan entretenerse. Si Vidal y sus fieles y obedientes perros no están alerta tal vez dejemos atrás algún animal. Contamos con la experiencia del pastor y sus canes, porque lo que somos los estudiantes, con hacer alguna foto y poner un pie detrás de otro ya tenemos bastante ocupación.


Cualquier ser humano esperaría que en la Cañada Real sólo se escucharan los ladridos esporádicos de algún perro, el pisar de los pastores y los cencerros del ganado. Pero desgraciadamente no es así, casi llegando al municipio de Ruidera, nos encontramos con dos grupos moteros, que se apoderaban del sendero como si fuera suyo. Seguramente, o así cabría esperarlo, ellos son conscientes que tales actividades están totalmente prohibidas en la cañada. Y si aún fuera poco, además de provocar alguna que otra estampida ovina, hubo uno, el más gracioso de todos, que tuvo el placer de darle un poco más de gas a su vehículo cuando se encontraba apenas a unos metros del ganado. A pesar de nuestro enfurecimiento, siguiendo el consejo del pastor, en lugar de enfrentarnos a ellos, aplicamos el lema de: “vive y deja vivir”.


También por aquellos parajes, y una vez pasada la polvareda de las dichosas motos, podíamos divisar a la derecha del camino una pequeña casita muy humilde, que daba nombre a “el chalet de las Koplowitz”. Por el lado contrario, a nuestra izquierda se podían observar las famosas y tan mencionadas Lagunas de Ruidera, en las que Vidal nos invitaba a tomar un fresquito baño. Antes de la llegada al pueblo, un nuevo individuo, Leandro, viejo amigo de los pastores aparece en el camino para acompañarnos en la jornada.

Ante tales vistas paisajísticas no podíamos obviar esas clases magistrales de geografía de los días anteriores, donde aprendimos que de esas lagunas nacía nuestro querido río “el Guadiana”.


Son Marta y Marian las hateras que acompañan a Urbano en el día de hoy, y ellos los que tendrán que discutir con el policía local puesto que por ser domingo, y haber mercado, ponía trabas al paso de las ovejas. ¡Pobre diablo! ¡¿De verdad creía que podía alterar las intenciones de Urbano? El camino no está cerrado, es del rebaño.

Ismael, a la espera de la “Benepérrita”, nos demuestra su dominio sobre el ganado, es capaz de contener los 3.000 animales sin sobrepasar los límites. En el trascurso por el pueblo, como japoneses, nos esperaban con sus cámaras los ruideros para hacernos algo más que un reportaje fotográfico.


Una vez pasado el famoso pueblo, todos los pastores se quedaron más tranquilos y emprendimos camino montaña arriba. Tras la subida del monte, ayudamos guiando al ganado para que no sobrepasaran la carretera que se situaba junto a la vereda. Una vez cruzada dicha calzada, nos dispusimos a comer. Al sabroso banquete, nos acompañó otro amigo de los ganaderos, que muy gustosamente nos trajo unas cervezas bien frías y unas aceitunas aliñadas que nos supieron a gloria.

Una vez terminado el banquete y sin dar tiempo a que la sangre bajara al estómago, situación que nos habría provocado como dicen los estudiantes de veterinaria una gran somnolencia no patológica, emprendimos nuestra marcha camino al punto donde dormiríamos esa noche. Nos despedimos del aliñador de aceitunas y domador de caballos y seguimos nuestro camino con Leandro. Problemas que había pasado toda la mañana con Pepi ahora estaba bajo los encantos del joven Calasanz, pero no fueron suficientes los susurros al oído para que lo siguiera por el camino oscuro de los romeros, prefirió ir acompañado de Pepi. Sin saber que un poco más tarde, esta montaría en su lomo con la ayuda de Fran que lo sujetaba, sino no hubiera habido amistad burro persona que valiera, seguramente Pepi habría probado el tomillo.


No podemos olvidar la historia del chotillo huérfano, ese chotillo que balaba al son de las imitaciones de las que querían ser mamas adoptivas (Teresa y Begoña), de ese deseo éramos todos conocedores, por lo que a partir de entonces su héroe Vidal consiguió coger al chotillo aprovechando el despiste del mismo, pudiendo todos cumplir nuestra voluntad de hacernos fotos con él, era tan dulce como el cordero de Mimosín. Entre estas peripecias con nuestros acompañantes de camino a cuatro patas, también tuvimos tiempo de recibir una lección por parte de nuestra profesora sobre vacíos legales en la administración y los problemas que dio en Brucelosis y Lengua Azul, explicándonos el miedo que tenían en la actualidad por los trashumantes debido a la aparición de brotes de Lengua Azul en el sur. Este riesgo podría suponer el no retorno de los mismos a tierras aragonesas.


Terminada la cuesta grande, ya casi todo el terreno era aún más variopinto, pasamos por un terreno privado, donde como dijo un sabio más vale pedir perdón que permiso y por tanto dejamos pastar allí las ovejas hasta que viéramos que estaban a punto de echarnos, las pobres no habían podido comer mucho antes y ahora tenían su merecido banquete…nosotros ya tendríamos el nuestro a la llegada.

Cuando nos empezaron a rugir las tripas ya preguntábamos los más glotones cuánto quedaba para llegar al punto dónde pasaríamos la noche, Vidal con su inmensa paciencia primero decía, “cerca de los molinos de viento, aunque la próxima noche dormiremos más cerca…”y ya cuando el sonido del vientre de alguno de nosotros se hizo evidente decía, “tranquilos, llegaremos antes de cenar…”ese era nuestro consuelo, ya que era imposible no sacar una sonrisa tan solo de oler los aromas de la gastronomía de Urbano, era un placer para los sentidos y para el estómago, a la vez que un abrigo para el cuerpo.

Después de una tarde agradable y tranquila, pasando finalmente por un valle en el que nos indicó Vidal, nuestro profesor de vereda, que había estado un rebaño de ovejas y vacas unas noches atrás porque se habían dejado una pieza rota del pastor eléctrico, pudimos divisar el humo, la señal de que nuestros deseos se verían cumplidos en poco tiempo, llenaríamos el buche y oiríamos recitar a Ismael, mientras Carlos nos contaría un chiste y se reiría a carcajada limpia, esa noche cenamos puchero, como la anterior, pero sin la lluvia que nos rocío, se puede recordar el aroma, como los callos y la morcilla daban ese sabor característico, ¡ai! Y que sería sin la ensalada de tomate y ajo, éramos los últimos en terminar de cenar y casualmente nunca sobraba nada.

De noche todos los gatos son pardos o negros, otra enseñanza con la que acostarnos, sinceramente de noche todo lo vemos negro…exceptuando el blanco de los ojos o esclerótica para los amigos.


Autores: Fran Saura, Pepi Rivera, Calasanz Jiménez, Begoña Arnaiz, Teresa Fanlo, Marta Jorba

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho el blog. El sábado pasado distruté del paso por Ruidera de tres rebaños con ovejas y vacas.

    Por si os interesa, he subido en mi canal YouTube un vídeo del paso por el pueblo en https://youtu.be/2xBk8RgR-rg

    Saludos

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