domingo, 3 de diciembre de 2017

Día 12 de noviembre de 2017 - Las Pedroñeras

Tras un duro y largo viaje camino a las interminables y llanas tierras manchegas llegamos a nuestro destino, la más afamada tierra de los ajos, Las Pedroñeras. Allí estaban los tres incondicionales y Problemas, con un gran banquete.

Pasado el medio día emprendimos la marcha, camino a la ermita de San Isidro Labrador, en la cual tenían montado el hato. Nos sorprendimos bastante al ver el número de basuras que encontramos durante el trayecto de la cañada, tales como, escombros, latas, botellas e incluso váteres.


Siguiendo el rastro de tres mil reses lanares, seis perros careas, dos mastines y un burro, comenzamos nuestra aventura en la vereda, sorprendiéndonos con las amplias llanuras de Castilla y sus majestuosos viñedos, de los que siguiendo los consejos de Vidal probamos sus frutos. Ahí empezó nuestra degustación vinícola que, más tarde seguiríamos degustando pero esta vez no precisamente de la planta, sino más bien de la afamada bota “Irene”, porque le aprietas el culo y te da todo lo que tiene.

A mitad de camino se incorporó un manchego y la Guardia Civil ayudó a cruzar la carretera de Las Pedroñeras. Al atardecer llegamos a nuestro destino, donde nuestros hateros nos prepararon el campamento. Había un antiguo corral para vacas con un abrevadero donde las ovejas bebían y algunas caían, debido al amontonamiento e intentar saciar su sed, las cuales hubo que rescatar con destreza.


Ya con el aperitivo en el estómago, vimos aparecer uno de los famosos calderos de Urbano, al cual nos aferramos como si nos fuese la vida en ello. Con el estómago caliente llegó el momento de reunirse alrededor de la lumbre, donde cada cual contó sus vivencias, mientras Ismael nos deleitaba con su canción “La hoguera”.

Esa noche éramos uno más, nos acompañaba Antonio, “el lechero” que nos habló un poco de su profesión y de su blog, “Las grullas pasajeras”. Además nos mostró un capítulo de los cuadernos de la trashumancia en los cuales se relata la historia de la trashumancia desde sus inicios.

El tiempo pasaba muy rápido bajo un manto de estrellas y el cansancio se apoderó de nosotros, y como dice el refrán “cada mochuelo a su olivo” así pues, cada uno se retiró a sus aposentos que nada tiene que envidiarle al hotel Boston.

Autores: Blanca de la Hoz, Jose Carlos García, Ainhoa Gil, María Guillen, Nuria Lasheras, Andrea Naval, Jose Antonio Ventura y Sara Vidal.
Profesores acompañantes: Marian Ramo

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