martes, 26 de noviembre de 2019

5 de Noviembre de 2019


Amanecemos tras la larga noche pasada por agua y nos disponemos, como todos los días, a disfrutar del desayuno que nos ayuda a entrar en calor, cogiendo fuerzas para el día que nos espera. Nos sorprendimos a nosotros mismos, batiendo nuestro récord desmontando las tiendas y el chiringuito en general, aunque tampoco era muy difícil de batir porque está claro que a campistas nos ganan de calle nuestros pastores y poco a poco vamos aprendiendo de ellos…¡Ya dominamos el 8 de las tiendas “2 seconds”! (¡¡Aprovechamos para darle gracias a Olleta y a Marian por proporcionarnos tiendas nuevas que soporten la mala vida de frío y agua de la vereda!!).
Durante la mañana, se encargaron de las labores de hatero Héctor, Huerto y Paula. La mañana comienza fuerte para ellos, con Héctor dándonos unas clases de conducción en el barro para sacar las furgonetas, con un hábil manejo del embrague (fianza a becario). Se fueron junto a Urbano a Villalba de la Sierra, donde se aprovisionaron de pan, huevos, carne, chuches y desayuno (fundamentales para hacerle frente a la vereda con energía y no morir en el intento subiendo lomas). Los lugareños les recomiendan un mirador desde el que se ve el río Júcar, así que con toda la mañana por delante hasta el almuerzo, deciden explorar la zona y disfrutar de las vistas. Como no todo iba a ser relax, después se desplazaron al depósito de residuos (el cerrillo verde, que obviamente suena más bonito) para preparar el almuerzo. Huerto y Paula arriesgan su vida porque de repente encuentran su vocación, reporteras de National Geographic, y deciden subirse a un árbol cercano para obtener el mejor contenido multimedia posible para el blog y documentar nuestra experiencia a la llegada de nuestras compañeras de vereda. Adjuntamos resultados:





Mientras, nosotros comenzamos la mañana caminando por una zona muy pedregosa, en la que, sorprendentemente y pese a lo que temía Vidal, no había demasiado barro. Pese a que estábamos deseando grabar, o al menos presenciar, la primera caída de la vereda protagonizada por alguno de nosotros, no nos quedó otra que continuar, y Vidal debió vernos tan tristes que decidió animarnos contándonos algunos cuentos de brujería, remedios caseros y anécdotas y leyendas de Guadalaviar. Durante el camino, Vidal nos señaló una zona de árboles rodeada por un cordón con latas atadas, que supusimos que era para alejar a los animales salvajes de los mismos. Esto mismo nos confirmó Vidal, y nos contó que era una zona de trufas, y que se protege para que no se las coman los jabalíes 
¡¡anda que no tienen morro fino!!. Pese a que ninguno de los bípedos mostramos nuestra torpeza, evidente si nos comparas con los pastores, que andan por el monte cual cabra (no queráis tener que apretar el paso tras Vidal por una loma, porque moriréis en el intento) hemos visto a una oveja dándose una repelera (vuelta de campana)(Gracias Olleta por enriquecer nuestro vocabulario). 
Tras la larga caminata mañanera, Vidal nos dice “que ya le huele a comida”, y para nuestra sorpresa, el almuerzo se sale un poquito de la rutina y consta de huevos, torreznos y embutidos, pero, como siempre, comimos cojonudamente. Los perretes también se quedaron con ganas de probarlo. Tranquilos madres y padres, hambre no pasamos!!



Tras el almuerzo, van de hateros Olleta y Carmen. Pese a ir detrás de Urbano, que siempre tiene cuidado de que no nos despistemos siguiéndolo, se pierden antes de llegar al campo de golf, que será nuestra parcela privada durante esa noche, pero una vez allí, montan el campamento en un paraje de pinos idílico, muy bien emplazado (gracias Urbano por las nociones de campamento básico, ya van dando sus frutos).

Los demás hemos ido andando por los pinares de Villalba. Ha sido una vereda tranquila y sin incidencias, con un terreno que nuestras piernas agradecían tras tanto monte. Dani, al parecer, envidiaba a Jose Ángel, Jessy y el resto de perros, porque se subió una loma corriendo para rescatar a unas ovejas descarriadas y nos regaló el momentazo de la tarde. Por fin sale el sol, y de la alegría nos dan ganas hasta de cantar (le dimos al pobre Vidal una serenata de dos horas de La Oreja de Van Gogh, Amaral, Eros Ramazzoti...). Al llegar al campo de golf dejamos pastar a las ovejas antes de meterlas al corral, momento que aprovechamos para hacer algunas fotos.



Una vez recogidas las ovejas, mientras los pastores se calentaban en la hoguera, decidimos entrenar nuestros brazos para compensar el ejercicio de piernas, y Dani, Paula, Huerto, Amaia y Olleta se pusieron a jugar al golf con piñas y un paragüas como palo. Mientras, Héctor, Carmen y Leti, les animábamos desde nuestras sillas y hasta les hacíamos la ola. 
A la caída de la noche, cenamos “brasa guadalaviara” (torrá), que estaba cojonuda (a estas alturas ninguna sorpresa). Tras la cena, el cabrero desde la distancia nos pedía la canción “Txoria txori”, y con ella inauguramos la velada de cantos. En honor a Carmen y a Urbano, cantamos a coro la habanera triste, y Paula y Leti, como representantes cántabras del grupo, se animaron a cantar “Viento del Norte” y “Santander la marinera”. Tras cantar algunas peticiones del año pasado como “El tren” , “La jaca” escenificada por las rugbiers Amaia y Huerto, “Copypaste”...renovamos repertorio con “El arca de Noé”, “Mi estrella blanca”...entre otros hits. Entre unas cosas y otras, nos fuimos calentando con la cremita de orujo, que entra genial con el frío.
Ismael también nos estuvo enseñando los “must” que debíamos conocer de Joaquín Sabina y Chavela Vargas, y con el buen sabor de boca del orujo y con los versos de Sabina, nos fuimos a descansar y prepararnos para las aventuras que nos esperaban al día siguiente.
 
 

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