Despertamos acogidos por la niebla, que nos acompaña hasta bien entrada la mañana. Durante el camino recibimos la visita y respondemos a las preguntas de muchos curiosos que se nos acercan, así como también parece que quieren hacerlo los conejos que, valientes, retan a los perros y a Ismael a alcanzarlos.
Tras unas buenas lechecillas y embutido y, como siempre, mucho vino, seguimos en dirección al barranco de la Vieja. Poco a poco vemos como cambia el paisaje, que se hace más agradable ante nuestros ojos, pero aporta poco alimento a las ovejas.
La caminata se hace más larga de lo normal, así que somos muchos los que nos atrevemos a intentar dominar a Problemas, que hoy cumple su función. Además, un despiste de las hateras de la tarde, Delia y Clàudia, hace que nos tengan que ayudar a cruzar la carretera una pareja que acostumbra a seguir los pasos de los trashumantes por esta zona.
Antes de la cena, Ismael, en lucha personal con la hoguera, prepara un fuego digno de nuestras acompañantes valencianas. Urbano nos cocina dos conejos, que han corrido peor suerte que los valientes de la mañana y han caído presas de los hurones del guarda de caza, que amablemente nos ha regalado en la parada para comer.
Una vez más nos recogemos junto a la hoguera, dispuestos a charlar y disfrutar de una de nuestras últimas noches.
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