lunes, 29 de diciembre de 2014

Día 5 de noviembre

Amanece en el campamento, aunque para algunas el “virus vereda” les ha hecho pasar una de las peores noches al raso. Como dice Carlos: los buitres empiezan a rodearnos. El día comienza nublado, pero con el desayuno y el café que nos prepara Ismael intentamos coger fuerzas, hoy será importante. Además, el último de nuestra mini-vereda.

Realizaremos un recorrido un tanto especial, corto, pero no por eso menos complicado. A escasos metros de recoger nuestro campamento, el primer obstáculo, pasar la autovía A-40 por debajo, a través de un túnel. Vidal nos da las directrices para hacerlo correctamente, despacio y con calma, para evitar que las ovejas se asusten, se amontonen y no se provoque un tapón. 

Paso bajo la autovía

Continuamos caminando cerca de Cuenca, por primera vez vemos un cartel un tanto adornado que señala la Cañada Real, en este caso llamada de Rodrigo Ardaz, aunque no se sabe el origen de esta denominación. 

Vía pecuaria

Las ovejas a su camino van pastando sin pausa pero con prisa, nos llama la atención la rapidez con la que lo hacen, y siempre que tenemos ocasión nos quedamos hipnotizadas mirándolas, las cabras siempre nos sorprenden, la facilidad para ponerse sobre sus dos patas traseras, mantener el equilibrio y ramonear. Ambas disfrutan de las ricas bellotas fruto de las encinas conquenses, ¡se ponen las botas! La labor que realizan de limpieza en el monte y de fertilización de todo campo, valle por el que pasan estos animales queda muy clara, son imprescindibles para mantener el equilibrio entre la naturaleza y la acción del hombre. 

El pastar de las ovejas

Locas por las bellotas

Las bellotas, el tesoro de las encinas

Vidal nos comenta que a la hora de comer, tendremos un nuevo integrante en el grupo. ¿Quién será?

Mientras las merinas descansaban un rato, presenciamos un momento muy emotivo, Problemas se encontraba solo entre las ovejicas y de repente rebuznó de un modo característico, Vidal nos puso en sobre aviso, que estuviésemos atentas por lo que iba a ocurrir después. Centinela que estaba en lo alto de la colina echó a correr campo a través, haciéndose paso entre las ovejas para encontrarse con el burro y hacerle compañía, demostrando la conexión especial existente entre ambos. 

Vidal, con Margarita y Jose Angel, posando con su rebaño

Tras descansar un rato a la lumbre del pastor (“cuando se va la mejor”), nos mentalizamos para el momento más crítico, hacer un tramo de vereda por la carretera cruce entre la N-400 y la N-320. Antes de llegar, descendemos lo que parece un barranco que absorbe a las ovejas como si de olas de mar se tratara. La guardia civil nos estaba esperando, para cortar el tráfico de las tres entradas de la rotonda y de la circulación total de nuestro camino. Aquí delimitar el avance de las ovejas es vital porque pueden saltarse el quitamiedos o provocar un accidente si se desperdigan. La organización es básica, alguno acompaña a Ismael para dirigir el rebaño por delante, otros controlan los laterales y unos cuantos vamos por detrás. Problemas va sujeto por nosotros para que no cause ningún problema, como su propio nombre indica. Todo va mejor de lo esperado, sólo provocamos una pequeña retención de coches pero la gente lo comprende y nos respetó, hasta hicieron fotografías (nos sentimos como famosos). 

Entrada a la carretera, todos muy atentos

El rebaño motorizado en camino

Los guardias civiles cortan el tráfico

Nos dirigíamos hacia Albaladejito, una vez lo cruzamos, al seguir por nuestra vereda nos encontramos que está limitada por ambos lados por numerosas viviendas (chalets), incluso algún restaurante y pequeñas urbanizaciones. Pero digamos que estas construcciones no deberían estar ahí porque se interponen en el transcurso original de la vereda, cambiando su trazado. En algunas fachadas y muros observamos pintadas a favor de la trashumancia como: “sí a la Cañada Real o stop casas ilegales ". Pero este hecho no es aislado, es sólo uno de los obstáculos con los que tienen que lidiar los pastores trashumantes en su día a día. Además de la reducción de sus ayudas, la dificultad de arrendamiento de ciertas fincas o las fronteras sanitarias no aclaradas, entre muchos otros. 

Pasado el asfalto, de vuelta a la tierra

Por el camino perdemos a uno de los mastines, Cánovas, haciendo honor a su fama de conquistador, media hora después volvió, seguro que siguió el principio que tanto nos inculcaron: el rebaño nunca se pierde, los pastores sí.

Llegamos a nuestro último almuerzo, todo estaba ya preparado, y tuvimos dos invitados, viejos amigos de los pastores. Mientras tanto Javier fue en búsqueda del nuevo integrante del grupo, Pedro, familiar de Vidal, Ismael y Urbano. Los que aún resistíamos disfrutamos de la comida. Los enfermos ni fuerzas tenían. 

Almuerzo a medias

Descanso y siestecita durante la comida

Retomamos el paseo de la tarde. Pasamos por un pequeño pueblo, Cólliga. Vidal nos dijo con picaresca que nos pusiésemos guapas para la ocasión, que los mozos del lugar saldrían a rondarnos. Tal cosa ocurrió, pero los mozos no eran tan mozos, sino los mayores del lugar. Seguimos cruzando caminos un tanto embarrados y subimos la última cuesta, fue dura, larga, un tanto escarpada y con mucha pendiente. Pero la superamos, a pesar de que alguna tuvo que lidiar con Problemas y correr tras él por los campos, puesto que quería hacer de las suyas, despegándose del rebaño. Alguna oveja abortó tras subirla, Vidal les inyectó terramicina, las marcó y nos encargó su vigilancia. 

Los jóvenes de Cólliga salen a saludar

Vidal reposando un poco al sol

La última cuesta se hace dura

Llegamos al campamento, en el que ya estaba todo preparado. Nos sentamos al calor de la hoguera, Teresa demostrando sus dotes veterinarias emprendió la resolución de un caso veterinario, tomamos los últimos apuntes y tras el aperitivo, todos listos para la cena. Para algunos fue una cena especial, porque era la primera vez que degustaban sardinas asadas a la brasa. Vidal nos enseñó a limpiarlas, para comerlas sin espinas (estaban riquísimas). Muchos se retiraron pronto, pero otros tantos no nos queríamos ir a dormir como un perro capado, nos quedamos arreglando el mundo, no queríamos que esta experiencia acabara.

Ovejas, cabras, perros, pastores, botas, bastón y amigos...

Autores: Núria, Lucia, Bea, Marta, Clara, Lara, Teresa y Javi

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