miércoles, 18 de febrero de 2015

Día 10 de noviembre (lunes)

Nos despertamos el día 10 como de costumbre sobre las 7:10 de la mañana, gracias en parte a los rebuznos de Problemas y al ligero alboroto de los pastores que nos preparaban el desayuno. Desayunamos diferentes variedades de magdalenas, entre ellas unas magdalenas gigantes de limón que estaban riquísimas.

Partimos desde El Alfalfe y ese día condujo Silvia, ya que se encontraba algo mal ya desde el día anterior. Mientras íbamos caminando tuvimos la suerte de conocer a Pepe y Violeta, que se unieron a nuestro grupo y nos acompañaron en la vereda. Pepe, profesor de biología en la universidad y Violeta, bióloga, ambos de Madrid. Anteriormente los dos habían  realizado también la trashumancia con una manada de vacas durante aproximadamente un mes. Habían hecho un estudio sobre la importancia de la trashumancia en el medio ambiente; cómo contribuyen los animales ramoneando árboles y arbustos, seleccionando y propagando la vegetación, e incorporando al suelo las semillas que transportan junto con estiércol, y contribuyendo ello a su dispersión por el medio. Nos fueron contando su experiencia en la trashumancia, lo importante que fue para Violeta la experiencia, y los estudios que habían realizado y estaban realizando como biólogos, hasta que llegó la hora de la comida.

Nos esperaban ya con la comida en la mesa, ese día Urbano había preparado una bandeja de huevos rotos y para picar como de costumbre embutidos, queso, bonito, jamón serrano, y de postre, turrón y naranjas. Al terminar nos hicimos todos juntos una foto.



Durante el camino nos paramos a descansar mientras las ovejas pastaban durante un buen rato aprovechando los rastrojos de unos cultivos. Mientras estábamos sentados sobre unas rocas, nos encontramos una mantis religiosa, que Pepe identificó como la especie cuya hembra decapita al macho.



Ese día pasamos por Villar de la Encina, un pueblo por el que pasaba un río en el que las ovejas pararon a dar un trago. 



Para cenar tuvimos como plato principal dos conejos silvestres que un conocido había cazado el día anterior y se los había regalado a los pastores, y que esa misma noche Antonio despellejó. A parte tuvimos para cenar, cortezas de cerdo, aceitunas, panceta de cerdo y ensalada de la de siempre, pero en este caso con ajos ecológicos que había cultivado Emilio.

Ese día nos acompañaron durante la cena Pepe y Violeta y se quedaron a dormir con nosotros y a diferencia del resto de días fuimos nosotras las primeras en irnos a dormir, antes incluso que los pastores, que eran siempre quienes antes abandonaban la hoguera, incluso hubo algunas que se quedaron dormidas frente a la lumbre.

Autores: Amaya, Irene, Laura, María, Sofía y Silvia

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