miércoles, 25 de febrero de 2015

Día 11 de noviembre (martes)

El día amaneció como otro día más, desayunamos y recogimos las tiendas de campaña (a estas alturas, ya habíamos adquirido un nivel avanzado). La furgoneta la cogió Irene, y el resto del grupo nos pusimos en marcha. Ya teníamos aprendido nuestro papel con el rebaño, ya sabíamos que en cuanto era necesario, nos colocábamos en línea para evitar que el rebaño arrasara con los campos sembrados. Pero Carlos nos desalentó con los requisitos a cumplir para ser una pastora: 1) Beber coñac por la mañana 2) Beber café para desayunar 3) Blasfemar y maldecir a las ovejas.


Ese día, rompiendo con el resto, fue lluvioso a nuestro pesar, pero llevadero gracias a la buena temperatura y a la falta de viento. Y con la suerte de que paró cuando llegábamos a comer panceta y careta a la brasa. Pero no todo fueron buenas noticias, al llegar vimos que Petunia había muerto. Este hecho, nos demostró la jerarquía que había dentro de los perros: primero el macho mastín, hembra mastín, el otro macho mastín y los perros pastores. Tras la pausa para la comida, se terminó la tregua que nos había dado la lluvia, y emprendimos de nuevo el viaje.

El camino nos llevó a pasar por Roda de Haro, donde sus habitantes no dudaron en coger ramas para encorrer a las cabras, con el fin de salvaguardar los jóvenes árboles de su parque de la tercera edad. El cielo estaba nublado y la descarga de agua sobre nuestras cabezas era intermitente, no veíamos el momento en que escampara y volviera a salir el sol para poder secarnos, pero Vidal sí tenía esa respuesta, porque un buen pastor es aquel que usa las herramientas para hacer más sencilla su labor, y estamos hablando del “Internete”: que nos predijo que ese día a las 14h el cielo se despejaría. Más tarde, nos dimos cuenta que las 14h para el “internete” eran las 16h para nosotros, pero fue un tiempo más que agradecido para llegar al campamento base y cenar el guiso que había preparado Urbano, para los amigos, conocido también como "Tío Domingo" o por su nombre, Jorge.

Tras la cena, solamente los más intrépidos quedamos alrededor de la hoguera, hablando, contando anécdotas y en general, conociéndonos un poco mejor. Hay que mencionar que esa noche se sorteó el puesto de conductora de la kangoo número 2.



Autores: Amaya, Irene, Laura, María, Sofía y Silvia

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