sábado, 28 de febrero de 2015

Día 12 de noviembre (miércoles)

Nuestro último día, y por acuerdo común decidimos ponernos en camino después de comer. Así que teníamos que aprovechar nuestra última mañana.

A lo largo de nuestro camino podíamos ver en el horizonte la llanura de la Mancha, el cambio de paisaje de olivos a vides. El camino discurrió sin percances y al ser último día, todas aprovechamos para montar por última vez a Problemas. Cuando llegamos a la luz de la lumbre nos esperaban con un jamón.

La comida daba ya a su fin, no desaprovechamos ni un minuto para hacernos fotos y despedirnos, esta vez sí, con besos y abrazos (gran diferencia con respecto al saludo del primer día).


Con el estómago lleno, emprendimos la vuelta a Zaragoza, no sin antes dar una vuelta turística en coche por las Pedroñeras, a manos de Antonio R. como piloto de la kangoo 1, que no dudó en pasar varias veces por la misma calle, en realidad, en busca de la dirección correcta. Pero este viaje todavía tenía sorpresas que ofrecernos: una parada sorpresa para fotografiar un molino, la vuelta por la carretera de Cuenca detrás de un camión sin posibilidad de adelantamiento. Pero en ningún caso fue problema para la kangoo 2, también conocida como la Furgoroke (furgoneta + karaoke), pilotada por Amaya, que amenizó su viaje abarcando los éxitos nacionales e internacionales del momento.


La noche se nos echaba encima y decidimos parar en un área de servicio, unos para tomar café y otras saciar sus antojos de cerveza, tras pasar la semana bebiendo vino. Y por fin, llegamos a la Facultad de Veterinaria, era momento de descargar y limpiar las furgonetas, que como todo el mundo preveía, no volvieron tan blancas como nos las llevamos. 

Agradecer de parte de Amaya Ausejo, Irene Eguiara, Laura Eguiara, María Martínez, Sofía Ramón, y Silvia Sanz, a los internos de caballos, la mano que nos echaron con las furgonetas y a Antonio Romero L. su paciencia, sus historias, que no faltara nunca una LUMBRE a la que acercarnos, su dedicación a la hora de montar las tiendas de campaña, pensando siempre en nuestro bienestar y nuestro buen dormir. A los pastores, que nos transmitieron su forma de vivir: a Vidal, porque a él le correspondía la tarea más difícil, darnos conversación y mantenernos ocupadas; a Ismael, que por las mañanas nos preparaba el café y por las noches nos entretenía citando a Góngora con su “Y rijiji y rijija y... Ríase la gente”; a Urbano, excelente cocinero y pendiente de que durante la vereda no faltara el “Aquaplash”, también conocido como Acuarius, bebida indispensable para superar el virus gastroentérico que arrasaba en el campamento; a Carlos, que cuidaba por nuestra salud y no dudaba, si era necesario, en meternos el dedo en el ojo para comprobar la presencia o no, de vitalidad y a Pedro, que se ofreció todas las tardes a llevar una de las furgonetas para que nosotras pudiéramos realizar la vereda a pie.


Autores: Amaya, Irene, Laura, María, Sofía y Silvia

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