domingo, 7 de noviembre de 2021

1 de noviembre de 2021. 1º turno. SEGUNDA JORNADA DE VEREDA

 

Nos levantamos pronto y fuimos a desayunar al bar de Martina, desde donde partimos de nuevo a buscar al rebaño para seguir la vereda dirección al collado del Aire, monte a través, acumulando más de 500 metros de desnivel positivo. 


Con unas vistas increíbles y otoñales subimos la ladera hasta la cima donde nos esperaban, como siempre puntuales, los hateros (las personas que llevan los hatos, es decir, todos los objetos y alimentos necesarios para el pastor durante su camino). 


 Después de un almuerzo contundente y generoso (y de pie, siempre de pie y pasando la bota) seguimos caminando, esta vez ladera abajo y con un clima un poco más frío, pero sin lluvia por fin.

A medida que vamos andando o en los momentos cerca de la lumbre nos dedicamos a hacer preguntas a los pastores sobre sus tradiciones, su forma de vida, sus canciones, su manejo y en esta ocasión, preguntamos por remedios tradicionales que se usaban con el ganado. Uno de los que nos cuentan consiste en atar a la cola de los corderos corteza de torobisco para así cortar la diarrea de los corderos. Otro de los remedios, esta vez para tratar la queratoconjuntivitis en las ovejas, es hacer un corte en la oreja y acercarla al ojo para que la sangre entre dentro de él a modo de gotas terapéuticas. En este caso Delia, profesora titular de la universidad, nos confirmó que lo había comprobado con sus propios ojos y aprovechó para explicarnos el motivo de la curación, que no es otro que la acción de las células de defensa de la sangre sobre la poco irrigada córnea… ¡cualquier sitio es buenvo para enseñar!

También nos cuentan que, para una oveja ciega, se le ata una cuerda de alpaca con 3 nudos a la cola y al quitarla, recupera la vista. Además, Leandro nos cuenta que, en Albacete, cuando hay una oveja modorra (que da vueltas por cenurosis) le ponen el cubre pan candente en la frente y se curan.

El último remedio que nos cuentan es el más curioso, ya que no se necesitaba ni contacto directo con el animal y sirve para curar las miasis (infestación de larvas de mosca). El remedio consiste en poner dos cardos en cruz en el último sitio donde pisa la vaca enferma con la pata izquierda.

Esa noche montamos el campamento en la “loma atravesá”, lo que ellos llaman la majada (lugar donde se recogen los pastores y el ganado). Tener la majada a punto es tarea de los hateros, los cuales son los primeros en llegar al punto donde haremos noche.

La labor del hatero y los que le acompañan por las tardes es muy importante. Son ellos quienes se encargan de preparar el corral mediante un pastor eléctrico donde se guardan las ovejas, montan las tiendas donde descansaremos todos, se dejan la de los pastores un poco más alejadas de la de los alumnos, ya que necesitan descansar bien y así no les molesta el ruido que podamos hacer. También recae en ellos la responsabilidad de encender la lumbre donde todos nos reunimos para calentarnos una vez se ha escondido el sol, y empezar a preparar la cena.  


 Ese día la ruta era un poco más corta debido a la empinada cuesta de la mañana y el grupo llegó pronto, justo cuando los hateros terminaron sus labores y compartieron con ellos lo que habían visto y las anécdotas de la tarde.

Acabada la jornada para las ovejas y todas recogidas en el corral, las dejamos con sus seguratas de confianza, dos mastines, que nos acompañan durante toda la vereda, mimetizados con el rebaño, pero su función verdadera comienza cuando anochece, ya que son perros de guarda.  Lo curioso de los mastines es que durante el día no los ves, ya que están siempre entre el rebaño, como una oveja más, a diferencia de los careas, los perros de los pastores, cuya complexión y trabajo es muy distinto.

En la lumbre conversamos con los pastores de todo un poco y se percibe con la conversación alrededor de la hoguera que la trashumancia es su forma de vida y el ganado su máxima prioridad.

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