miércoles, 5 de diciembre de 2012

Día 6 - 6 de noviembre de 2012

Vuelta a casa. Hoy tras descansar como siempre en nuestras tiendas, nos levantamos con un día soleado, nos arreglamos, desayunamos y nos preparamos para recoger una serie de muestras a las ovejas. Cogimos 20 muestras de sangre y 20 de heces para controlar cómo influía el estrés en ellas; y lo hicimos con la ayuda de los ganaderos que nos las cogían y nos las sujetaban para ir más rápidos.

Aquí se ve a Ismael (el pastor) cogiéndonos
una oveja (Raúl Malo)


Luís sujetando otra oveja (Raúl Malo)

 
Belén sacando sangre (Raúl Malo)
 
Una vez hecho esto nos despedimos, pues ellos debían continuar con su camino, ya que les quedaba un largo recorrido hasta la próxima parada. Tras una calurosa despedida prometimos volver a vernos en la llegada a Jaén y nos dispusimos a recoger y plegar por última vez las tiendas de campaña. Ahora sí, subíamos los 9 a la furgoneta para decir adiós a una increíble e inolvidable experiencia, aunque tuvimos que hacer un par de paradas en el camino de vuelta y cambiar de posiciones en la “furgo”, ¡ya que las curvas no perdonan a nadie!

Despedida de las ovejas (Raúl Malo)

A modo de despedida entre nosotros, paramos en Calamocha para tomarnos una coca-cola y saborear los últimos minutos de nuestro viaje. Cuando llegamos a Zaragoza, nos esperaban en la universidad Pepe Múzquiz y Olivia, y así darnos la bienvenida a todos. También nos esperaba la radio donde tuvieron la oportunidad Raúl y Almudena, de contar nuestra historia.

Es curioso como el volver a la vida cotidiana, la facultad de nuevo, las clases, los horarios insufribles de prácticas, las prisas, los agobios con los trabajos bibliográficos,… te hace valorar lo que has vivido en esta semana. Durante ella, la máxima preocupación eran las ovejas y ya ves, son la calma y tranquilidad personificada… su avance lento y sosegado, mientras pastan la hierba fresca renacida con las lluvias de los últimos días, solo se ve alterado por algún pequeño grupo de ovejas que se apresuran a comerse las bellotas bajo las encinas, o por la curiosa pose de las cabras mientras ramonean los brotes más altos a su alcance…

Está claro que no es la misma preocupación que ronda en la cabeza de los ganaderos y propietarios, ellos tienen muchos más aspectos que vigilar (entre ellos, nosotros, que en alguna ocasión les hemos causado más preocupación que el rebaño de 4 patas…). Pero al convivir con ellos de este modo tan antiguo (poco ha evolucionado en tantos siglos de trashumar) te das cuenta del valor de las pequeñas cosas. Te das cuenta de lo importante que es el trabajo de Urbano, Isidoro y los del turno de hateros, cuando llegas calado al campamento base y ya tienen encendida una buena hoguera donde secarte y calentarte… de lo sencillo de una caldereta al fuego pero ¿y lo que te llega a satisfacer cuando estas helado de frío? Ese caldico caliente… de levantarte por la mañana al son del esquilo del burro, sin prisa, pero a la vez con tantas faenas antes de que parta el ganado de nuevo: recoge la mochila, el saco, la esterilla, lávate la cara con agüita fresca, y cuando decimos fresca… nos referimos a heladora, que termina de despertarte, desayuna junto al fuego un café caliente con algún bollo, desmonta y pliega las tiendas… de nuevo a caminar sin pausa pero sin prisa, hasta donde lleguemos ahí plantaremos el campamento, pero sin causar demasiado retraso para no demorar la llegada a Jaén.

Por eso esta experiencia nos sirve mucho más allá de la formación académica veterinaria y nos deja marcados de una manera personal que estamos seguros nos ayudará a crecer como personas.

Autores: José Manuel Ibarra, Vicente Luis Pascual Solana, María y Almudena Valiente Viana, Belén Mediano Valiente, Ricardo Novales Miranda, Raúl Malo Martín y Jaime Calvo Bara

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