domingo, 2 de diciembre de 2012

Unos pastores trashumantes reconvertidos a profesores universitarios


Una iniciativa novedosa

El fenómeno de la trashumancia viene siendo estudiando por expertos de otras disciplinas universitarias como sociólogos, historiadores, biólogos, ecologistas pero, salvo la excepción de los fenomenales trabajos publicados por nuestro compañero leonés el Dr. D. Manuel Rodríguez Pascual, nunca ha merecido el interés de la Veterinaria. 

La coincidencia de que una de las veterinarias de la ADS de Ovino, Caprino y Vacuno “Montes Universales” de Albarracín (Teruel), Marian Ramo, sea además Profesora Asociada en Patología Médica en el Departamento de Patología Animal de la Facultad de Veterinaria de Zaragoza, fue decisiva para que el catedrático titular, D. José Luis Múzquiz Morancho y su equipo se volcaran en una novedosa iniciativa pedagógica: aprovechar la trashumancia de un rebaño de 3000 ovejas merinas, variedad Montes Universales –pendiente de definir oficialmente- desde Guadalaviar en la turolense Sierra de Albarracín, hasta Vilches en la jienense Sierra Morena, durante 23 días por la Cañada Real Conquense.

Se explicó el proyecto a los pastores Ismael y Vidal Martínez González y al primo de ambos, Jorge Soriano Martínez “Urbano”, que asumieron la experiencia como un nuevo reto añadido al que supone hacer la vereda dos veces al año.

La acogida de la iniciativa por parte del alumnado de quinto curso fue extraordinaria y los 28 alumnos inscritos se organizaron en cuatro grupos que, acompañados de los profesores de la Cátedra, José Luis Múzquiz, Javier Lucientes, Olivia Gironés, Marian Ramo, Tania Pérez, Héctor Fuertes, Antonio Romero y Javier Otero, más los colaboradores, Julio Ortego de la ADS “Montes Universales” y José Manuel Etxaniz, Jefe de Salud Pública en el Ayuntamiento donostiarra, agregados a la expedición, se irían relevando durante la vereda, para recibir las lecciones empíricas de los pastores convertidos en sus nuevos profesores de prácticas, al tiempo que tomaban muestras orgánicas, realizaban observaciones, practicaban necropsias, reconocían especies pratenses y arbóreas y se iniciaban en la Ornitología, la Cinegética y la Historia de la Veterinaria, dentro de la mayor ortodoxia científica, por parte de los profesores universitarios y colaboradores, en clases teórico-prácticas impartidas al más puro estilo peripatético –paseando- tal y como propugnara la Academia de Aristóteles.

Y además de todo lo anterior, pero no menos importante, aprendían a convivir con la naturaleza y el colectivo de compañeros de vereda, en situaciones no siempre idóneas de climatología –lluvia y frío-, compartiendo el reducido espacio de una tienda de campaña húmeda sobre el duro suelo y de paso combatiendo el frío, colaborando en la preparación del rancho para la cena, bebiendo de la bota “que no pare” y comiendo todos del caldero con el clásico “cucharada y paso atrás” hasta vaciarlo para posteriormente fregarlo, prescindiendo forzosamente de muchas comodidades hasta entonces consideradas básicas, como la ausencia de duchas agravada por el permanente olor a humo que impregna nuestras ropas e impedimenta y lo que es peor, la falta de cobertura telefónica, circunstancias novedosas para muchos de los jóvenes.


El itinerario

La toma de contacto del primer grupo de expedicionarios con las ovejas fue el día 31 de octubre, “día 0”, trasladando el ganado desde Guadalaviar (Teruel) hasta el paraje de Los Chorros-Tragacete-Huélamo (Cuenca).

Finalizado el traslado, regresamos a Guadalaviar para visitar el Museo de la Trashumancia en visita guiada en exclusiva para el grupo, acompañados de los pastores, donde recibimos la primera lección magistral sobre una serie de habilidades que deberíamos desarrollar durante los 23 días que duraría la expedición. Llama la atención que en un pueblo tan pequeño dispongan de un museo tan interesante, tan bien organizado y gestionado.

Las siguientes etapas, que se repiten invariablemente durante siglos, con mínimas modificación en la instalación del campamento, según sea la ruta de otoño o primavera, para aprovechar los refugios que ofrece la propia naturaleza, allá donde no existen cabañas para los pastores, nos hicieron cruzar la provincia de Cuenca, entrar en la de Ciudad Real por Las Pedroñeras, recorrer la provincia en dirección sur hasta el Cerro del Lobo, atravesar la Cañada de las Tabernillas, superar el Cerro del Alcornoque (Alto de Sierra Morena), llegar el viernes 23 a media tarde a la dehesa Plazuela y Encamillas de Vilches donde las tres mil ovejas merinas variedad Montes Universales –variedad pendiente de reconocimiento oficial-, pastarán las próximas semanas y sobre todo, donde esperaban las familias de los pastores al completo para darles la bienvenida a su hogar temporal, hasta que regresen a Guadalaviar a finales de la primavera.


El Honrado Consejo de la Mesta

Mucho antes, los grandes ganaderos cuyas reses pastaban en las serranías de León, Soria, Segovia y Cuenca, se agrupan y obtienen en 1273, por parte del rey Alfonso X el Sabio, la legitimación de su agrupación en lo que se denominaría Honrado Concejo de la Mesta, más conocida como Mesta.

El Rey Sabio otorgó una serie de privilegios a los ganaderos mesteños, tales como la exención de acudir a las levas militares, de testificar en los juicios o de abonar derechos de paso o de pastoreo y una fiscalización especial para protegerles de los agricultores.

La reglamentación de la Mesta corresponde a Alfonso XI y pretendía reducir al mínimo los perjuicios evidentes que el paso de los rebaños dos veces al año, una en sentido descendente y otra ascendente, ocasionaban en las cosechas de los agricultores, diseñando unos itinerarios concretos “cañadas” que posteriormente y como de los sistemas circulatorio o nervioso se tratara, se iban ramificando en otros más estrechos denominados “cuerdas”, “cordeles”, “veredas” y “coladas”, que hoy denominamos “vías pecuarias” y permanecen reconocidas por el vigente Código Civil y la Ley 3/1995.

Las vías pecuarias, a su vez disponían de rústicas instalaciones de apoyo logístico denominadas “descansaderos”, “contaderos”, “abrevaderos”, “majadas”, “puentes”, “chozos” y “mojones”, cuya finalidad no es preciso explicar y que todavía podemos contemplar en muchos puntos de nuestra geografía.

Este decidido apoyo real está relacionado con la producción de ganado ovino, de la raza merina principalmente, cuya lana de gran calidad, se exportaba a Europa, donde una vez manufacturada en sus industrias textiles, regresaba a España en forma de productos de consumo, dejando allende nuestras fronteras el valor añadido de nuestro producto, mientras España permanecía fomentando un sector primario, ajena a todo lo que supusiera desarrollo industrial.

Algunos autores culpan a la Mesta y sus privilegios del inicio de la desforestación de la península para la creación de pastos para la importante cabaña ovina existente hasta finales del siglo XVII. 

En contraposición, debemos llamar la atención sobre la trascendencia ecológica que durante siglos tuvo la trashumancia, cuando más de cinco millones de ovejas y grandes rumiantes atravesaban la península de un extremo a otro, por las cañadas que con los conocimientos actuales bien podríamos denominar “corredores ecológicos”, favoreciendo el intercambio genético, la adaptación al cambio climático, el desplazamiento a grandes distancias de plantas, animales… y epizootías, como la viruela ovina. 

A partir del siglo XVIII, los elevados precios que adquiere el producto retraen al mercado exterior, los continuos conflictos entre ganaderos y la industria que, poco a poco van tomando poder, las guerras con Portugal dificultan el tránsito por muchas cañadas, los recortes de los privilegios por la crisis económica provocada en el reinado de Felipe II, la cláusula secreta del Tratado de Basilea, firmado el 22 de julio de 1795, que obligaba a España a “ceder” a Francia durante cinco años consecutivos, 150 yeguas y 50 caballos sementales de Andalucía, 1.000 ovejas y 100 carneros merinos por año (cuya exportación hasta entonces estaba prohibida) y por último la Guerra de la Independencia, dan al traste con nuestra ganadería y con el Honrado Concejo de la Mesta que sería disuelto en 1836 por Isabel II –en realidad por su madre la Regente María Cristina-.

La Mesta tendría continuidad simbólica con la Asociación de Ganaderos del Reino que funcionaría hasta 1936.


La Casa de Ganaderos de Zaragoza

Parece natural que al evocar el fenómeno de la trashumancia, venga a nuestra memoria el Honrado Concejo de la Mesta, pero nuestro viaje de estudios acompañando a los rebaños trashumantes se inicia en Guadalaviar (Teruel) y lo integramos profesores y alumnos de la Facultad de Veterinaria de Zaragoza, de manera que es obligado recordar una agrupación de ganaderos de más antigüedad que la Mesta y que lo sobreviviría en el tiempo, me estoy refiriendo a la Casa de Ganaderos o Cofradía de San Simón y San Judá, cuyo ámbito de actuación sería precisamente Zaragoza, aunque existían otras “casas” o “cofradías” en otras muchas localidades aragonesas. Bien merece que le dediquemos unas líneas.

La Casa de Ganaderos surge para gestionar los Privilegios de Pasto que el rey Alfonso I el Batallador concede a la ciudad de Zaragoza tras ser arrebatada a los musulmanes en 1118, concesiones que se sucederían con otras, como el Privilegio de los Veinte en 1129 y el Privilegio de Pastura Universal de 1235, concedidos a otras localidades aragonesas.
La trashumancia aragonesa tenía como extremos los valles pirenaicos y las montañas turolenses.

La Casa de Ganaderos tenía la particularidad de reunir corporativamente, no sólo a los ganaderos, sino también a mayorales y pastores y que, al contrario que la Mesta, no era una única institución, sino que era de ámbito local.
Hubo Casa de Ganaderos en Tauste y en Ejea de los Caballeros con cofradía dedicada a Santo Domingo. Con el nombre de Mesta en Tarazona y Albarracín y bajo la denominación de Ligallo en Caspe, Teruel, Daroca, Calatayud y muchos otros pueblos e incluso aldeas. En el Pirineo oscense había Facerías, juntas, asambleas pastoriles como la Casa del Broto y en el siglo XVIII la Junta General de Ganaderos de las Montañas.

A propósito de la Casa de Ganaderos, descendiendo del Collado del Viento, que realmente honraba su nombre, después de almorzar cumplidamente y cuando caminamos lentamente, al paso del rebaño, por un amplio valle de la serranía conquense, tapizado de pasto, limitado por la crestería a nuestra derecha y el bosque en el lado izquierdo en dirección a La Loma de Almadillo, donde nos habían instalado el campamento los compañeros encargados de esas tareas que viajaban en la furgoneta, el Dr. Etxaniz se refiere al movimiento Regeneracionista de finales del XIX, al que ahora precisamos en España y a la Casa de Ganaderos, mencionando como ejemplo a D. Jorge Jordana Mompeón, aragonés –turolense- y ganadero ilustre, nacido en 1857 en La Puebla de Híjar (Teruel) y fallecido en Zaragoza en 1931. 
Licenciado en Derecho por la Universidad Central de Madrid, fue Secretario de la Comunidad de Regantes de Urdán y del Rabal, pero su vocación primera era la de empresario agropecuario, dedicándose al mismo tiempo a las labores agropecuarias, en las que desarrolló una gran labor de modernización, tanto desde el punto de vista de la renovación de cultivos, técnicas y maquinaria, como en el terreno de la mejora ganadera, especializándose en el ganado lanar.

Nos comentó la anécdota, transmitida por su nieto con el que mantiene amistad, que disponía de rebaños de ovejas merinas y rasa aragonesa y queriendo poner en práctica sus conocimientos empíricos de genética para mejorar ambas razas, se trasladó a Inglaterra por barco desde Santander, con objeto de comprar un semental de la raza Hampshire, creada a finales del siglo XIX y que en su momento fue muy elogiada como mejorante en carne. Los problemas surgieron al regreso en la capital cántabra, donde le pusieron dificultades para el transporte en tren del mardano (morueco). Nuestro protagonista tuvo que sacarle un billete y compartir con él la cabina de la clase primera desde Santander hasta Zaragoza.

Integrante del grupo de intelectuales que formaron el Regeneracionismo, cuyo líder más conocido sería otro ilustre aragonés, D. Joaquín Costa, compartió criterios con otro intelectual aragonés de la época, D. Lucas Mallada, asumió los planteamientos de los krausistas de la Institución Libre de Enseñanza que dirigía D. Francisco Giner de los Ríos y promocionó el asociacionismo agrario en Aragón, colaborando en el nacimiento de la Asociación de Labradores de Zaragoza y fundando en 1910 la Federación Agraria Aragonesa que sería el modelo a seguir por los agricultores y ganaderos de otras provincias hasta confluir en la Unión Agraria Española, cuya Presidencia también ejerció.

Entusiasta de la política hidráulica que propugnaba Costa, organizó y presidió en octubre de 1913 en Zaragoza, el I Congreso Nacional de Riegos -de gran resonancia no sólo en Aragón, ese mismo año se aprobaría la Ley de Riegos del Alto Aragón, sino en todo el país, que tendría continuidad en sucesivos congresos de regantes.

Presidió la Casa de Ganaderos de Zaragoza, -luego lo haría su hijo Ángel- patrocinando desde ella el cooperativismo. Fundó la primera lechería cooperativa creada en Aragón, e impulsó diversos concursos de mejora de ganados; también formó parte de la Comisión permanente de la Asociación General de Ganaderos de España hasta su fallecimiento. 

No participó en la política activa, salvo en excepcionales ocasiones: como concejal del Ayuntamiento de Zaragoza, al constituirse una corporación de notables tras la muerte de tres funcionarios municipales durante el agitado año de 1923, y como alcalde durante la transición (1930-1931), tras el cese del dictador Primo de Rivera, dimitiendo al advenimiento de la II República, año en que falleció. 

Desarrolló igualmente una cierta actividad en el campo de la erudición aragonesa, editándole la Diputación de Zaragoza un Vocabulario de voces aragonesas (Zaragoza, 1916) . 
De esta tierra hermosa, dura y salvaje, haremos un hogar y un paisaje.


La importancia de la trashumancia

La trashumancia forma parte de un sistema de explotación ganadera que combina la utilización de los recursos naturales –pastizales, razas ganaderas autóctonas y biodiversidad- con la cultura local, los usos del tiempo y del territorio, en armonía con el medio ambiente.
En la década de los sesenta, esta actividad agoniza, y con ella un modelo de ganadería extensiva, originando pérdida de la biodiversidad.

Hay que tener en cuenta que cada oveja ingiere con el pasto diariamente unas 4.000 semillas, que algunas serán digeridas entre 2 y 5 días por término medio y el resto se expulsarán con su estiércol siendo enterradas por sus pezuñas, de las una mayoría germinarán a 40 o 100 km. de distancia del paraje donde fueron consumidas, trasladadas y dispersadas por los diferentes terrenos que transitan. Las vacadas trashumantes, aunque aprovechan los pastos y matorrales de forma más selectiva, tienen efectos ecológicos parecidos y esta siembra y abonado, evitan la erosión.

Además, estos rebaños, a su paso, limpian los bosques, bien por ingestión del manto vegetal o bien apisonando otras especies vegetales menos apetecibles, lo que sirve para mantener limpios los bosques y evitar incendios.


El futuro de la trashumancia

No somos adivinos y tenemos noticias de la lenta agonía de la ganadería española, también de la extensiva, pero a lo largo de estos días hemos tenido noticias de que para el año que viene se sumará un nuevo rebaño de varios miles de ejemplares de la Sierra de Albarracín, forzado por los elevados costes de transporte.

Es posible que esta trashumancia larga desaparezca, como me dicen ha desaparecido la que se originaba en León, pero en Sierra Morena hemos coincidido con trashumantes de vereda más corta, con vacuno procedente de Castril (Granada) o de Santiago-Pontones, los “pontoneros” de la jienense Sierra de Segura, éstos con ovejas segureñas que tanto llamaron la atención de nuestros alumnos por su parecido con la rasa aragonesa, aunque de menor tamaño y líneas más estilizadas.


Las siete rutas más importantes de la trashumancia


  • Trashumantes de la Sierra de Albarracín. Por la Cañada Real Conquense, desde los Montes Universales (Teruel), a Sierra Morena (Jaén).
  • La vereda de las reses bravas, de la Sierra de Albarracín (Teruel), a Sierra Morena (Jaén). Sigue la Cañada Conquense y la Vereda de los Serranos, desde los Montes Universales atraviesa la Serranía de Cuenca, La Mancha hasta las estribaciones de Sierra Morena oriental.
  • Caballos trashumantes de los Pirineos en La Vall Fosca, de la comarca del Pallars Jussa (Lleida), en el Pirineo Catalán. Otros movimientos de caballos en el enclave de Llivia.
  • Trashumantes del Pirineo Navarro. Por la Cañada de los Roncaleses. Desde Valle del Roncal, Pirineo Navarro, a Las Bardenas Reales de Navarra y a las Bardenas de las Cinco Villas (Tauste, Zaragoza).
  • Trashumantes al Mediterráneo. Pastores del Maestrazgo. Por la Ruta del Llosar, desde el Delta del Ebro, en Amposta (Tarragona), a las montañas del Maestrazgo de Teruel.
  • Las cañadas de las merinas, de los Montes Cantábricos a Extremadura. Recorre la Cañada de la Plata o Vizana y la Cañada Leonesa Occidental, hasta las dehesas extremeñas del Parque Natural de Monfragüe.
  • El cordel de las avileñas, de Extremadura a Gredos. Desde las dehesas de Trujillo, atraviesa Monfragüe y alcanza la Sierra de Gredos en la provincia de Ávila. Recorre la Cañada Vizana y el Cordel del Valle (Jerte).

Los protagonistas de la trashumancia ovina

Manuel del Río, pastor trashumante nacido en Carrascosa de la Sierra (Soria) es el autor del libro Vida Pastoril, editado en Madrid en 1828, en el que trata sobre la organización del rebaño, la selección del ganado merino y las enfermedades más corrientes, describiendo su etiología, sintomatología, profilaxis y terapia.

En referencia a la organización del rebaño, recuerda que un “Mayoral” estaba al mando de una “cabaña” que a su vez se dividía en “rebaños” controlados por un “Rabadán”, de unas mil cabezas cada uno, además de cincuenta moruecos y veinticinco guías (carneros castrados). Acompañaban cinco mastines cuidados con especial esmero, con sus collares carlanca (con pinchos para defenderse de los lobos. Los rebaños más pequeños se denominaban hatos...; “los rebaños iban acompañados por varias acémilas de carga que llevaban los avíos, redes, alimentos, pertrechos..." Dependientes del “Rabadán” estaban el “Compañero”, el “Ayudador”, el “Sobrado” –o persona de más- y un “Zagal”.

Respecto a las ovejas merinas, la teoría clásica sostiene que son originarias del norte de África, traídas a la península por la tribu de los Benimerines hacia 1146, durante el período almohade, con posteriores y sucesivas importaciones propiciadas por los monarcas castellanos y cruzadas con ovejas autóctonas en una continua selección. Según esta información, la creación de la Mesta es anterior e independiente de la presencia del ganado merino en Castilla.


¿Cuál ha sido el papel de los veterinarios en la trashumancia?

Ninguno. La gestión sanitaria y de manejo del rebaño estaba encomendada al rabadán, cuyos conocimientos sobre patología, genética y alimentación habían sido adquiridos por transmisión oral y de forma empírica. De hecho, los tratados de albeitería en ningún momento mencionan a los rumiantes, centrándose únicamente en el caballo.


Para saber más de la trashumancia

  • Etxaniz Makazaga, José Manuel (Director) et Al. La Veterinaria soriana haciendo camino (1907-2007); Matute Corchón, Francisco. Aproximación sentimental a la Mesta de, pp: 343-360. Colegio Oficial de Veterinarios de Soria. Soria, 2008.
  • Museo de la Trashumancia de Guadalaviar (Teruel).
  • Rodríguez Pascual, Manuel et Al. Trashumancia. Paisajes, vivencias y sensaciones. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Centro de Publicaciones & WENAWE. I.S.B.N. 84-491-0751-2. Mieres (Asturias). 2006.
  • Rodríguez Pascual, Manuel. De Babia a Sierra Morena. Un viaje ancestral por la Cañada Real de la Vizana o de la Plata y otras vías pecuarias. WENAWE. Mieres (Asturias). 2010.



Donostia, 27-11-2012
José Manuel Etxaniz Makazaga
Doctor en Veterinaria
Real Academia de Ciencias Veterinarias





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