Gracias a la ilusión que pusimos en esta aventura, a pesar de todos los contratiempos y que sólo disponíamos de tres días, conseguimos embarcarnos hacia la trashumancia.
Partimos de madrugada y después de un viaje de más de 5 horas por carreteras nacionales, alcanzamos nuestro destino pasando por bellos paisajes, lo que hizo el viaje mucho más ameno. El sol nos acompañó durante cuatro horas, pero a medida que nos acercábamos al campamento, el cielo se ennegrecía y ya amenazaba la lluvia que no nos abandonó en todo el fin de semana.
Cuando Antonio nos recibió en la Almarcha, con la furgoneta llena de barro, nos relató las múltiples peripecias pasadas en los días anteriores.
Nos aconsejó que le siguiéramos en coche, por si debíamos pasar otra noche en el interior de éste debido a la lluvia (cabe mencionar que nuestro “minicoche” aguantó como un jabato a los embistes del terreno, el barro y las dificultades del camino).
"Minicoche" resistiendo la avalancha de ovejas (Mª Carmen Torralba) |
Al llegar al campamento fuimos muy bien recibidas por Isidoro, Urbano y amigos de la vereda que todos los años acuden a saludar y a prestar su ayuda. Montamos la tienda y salimos al encuentro del rebaño que ya apuntaba por el horizonte. Tras conocer al resto de pastores, Vidal e Ismael, y el encuentro con el grupo, encendimos la lumbre y emprendimos la cena.
Llegada de las ovejas (Antonio Romero) |
Reencuentro con el grupo (Mª Carmen Torralba) |
Preparando el caldero (Antonio Romero) |
La noche fue muy amena gracias a la compañía. La magia se truncó al empezar los licores, ya que la amenaza de la lluvia se tornó real y ya no se fue durante toda la noche.
Al apuntar el alba, nos despertó el rebuzno de "Problemas", el burro que siempre acompaña en la vereda, y que alguien a fin de gastarnos una buena broma, ató junto a nuestra tienda.
Después de desayunar Vanesa y Ariadna se fueron con el ganado, mientras Mª Carmen se quedó recogiendo el "hato" y se adelantó con Antonio, Urbano e Isidoro para preparar el almuerzo. Tras éste, se reanudó la marcha y fue entonces cuando empezó de nuevo a llover. Ovejas y trashumantes llegaron al campamento calados y se arrimaron a la lumbre para recomponerse. Ayudamos a Urbano con la cena, mientras al calor de la hoguera, las historias, chistes, risas y bromas hacían más llevadero el frío y el viento.
Cabras y ovejas en la marcha (Antonio Romero) |
Nos resistíamos a abandonar la lumbre, pues sabíamos que se acababa nuestra aventura, ya que al día siguiente partiríamos de regreso a Zaragoza.
A pesar de nuestra breve estancia, queremos agradecer de forma especial, la buena acogida que recibimos por parte de los pastores. También a Olivia, que hizo posible que pudiéramos incorporarnos de forma tardía y vivir en nuestra piel la experiencia, y a Antonio, Múzquiz, Marian, Tania y a TODOS los que han hecho posible esta vivencia. Esperamos que la experiencia pueda repetirse en cursos posteriores.
Autores: Vanesa Ejarque Gómez, Ariadna Hernández Oliva, Mª Carmen Torralba Savicente
Autores: Vanesa Ejarque Gómez, Ariadna Hernández Oliva, Mª Carmen Torralba Savicente
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