Atravesamos la Dehesa, y
tocamos la campana de San Isidro, patrón del Campo.
Empezamos la ruta de Don
Quijote, entre las primeras viñas de la vereda. Conocemos a Jesus, un ganadero
de la zona de ovejas manchegas que, se queja, para variar, de los veterinarios.
Nos trae de postre Miguelitos de la Roda, un postre buenísimo.
Vemos a lo lejos el
castillo del duque de Haro, que se lo entrego Alfonso VIII, tras su
participación en la batalla de las Navas de Tolosa. Última cena, otra vez,
buenísima, patatas a la virulé del Tío Domingo.
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