El penúltimo nos despertamos en el campo de golf con un
paisaje inigualable, con niebla y sol. Entre eso y que era el cumpleaños de
Ismael, todo apuntaba a que iba a ser un gran día, incluso Problemas rebuznó ese
día, por fin. Como todos los días, cogimos fuerzas desayunando y tras desmontar
el campamento, nos pusimos en marcha.
Por la mañana, fueron de hateras Leti y Amaia,
acompañaron a Urbano a Villalba de la Sierra para coger agua de un manantial
del pueblo e ir a comprar comida y algún capricho por el cumpleaños como sidra
y bizcochos. Como Amaia estaba un poco pachucha de la tripa y había tiempo,
ella y Leti se acercaron hasta un bar para tomar una manzanilla ¡y menudo bar!
era ultramegaespañol, en cada detalle estaban los colores de la bandera
española. Después de esta experiencia, ya continuaron hasta la zona del almuerzo
para preparar todo lo necesario.
Los que fueron andando disfrutaron de una soleada mañana
muy apacible, en la que Vidal les hizo una demostración con los perros que ya
quisiera César Millán enseñarlos así. Se quedaban en un sitio cuando se lo
mandaba aunque él se fuera y dependiendo del silbido sabían si tenían que ir
para un lado o para el otro, impresionante. Andando y andando, fue llegando la
hora de comer y el mítico ya huele a comida de Vidal, así que nos apresuramos
todos a la mesa para comer.
Por la tarde, fueron de hateros Huerto, Dani y Paula, que
tuvieron la suerte de parar a tomar algo con Urbano y Juan Vicente. Después,
llegaron al lugar del campamento y cogieron leña para la hoguera y montaron y
desmontaron las tiendas porque las montaron en cuesta y Urbano les tuvo que
decir como ponerlas. En el rato libre que les sobró, se hicieron una sesión
fotográfica aprovechando el precioso paisaje que daba nada más y nada menos que
a Chillaron de Cuenca.
Los trashumantes se lo pasaron muy bien andando esa tarde
y tuvieron una parte de acción en la que la protagonista fue Amaia, que se
había subido en Problemas y él, al principio, no estuvo muy conforme con ello,
pero ya luego dejó de dar Problemas y llegaron sanos y salvos al campamento. Al
llegar, las ovejas estuvieron pastando un poco por la zona y luego ya se
recogieron en el cercado.
Esa noche fue muy especial, además de ser la última, era
el cumpleaños de Ismael. Después de cenar cojonudamente, sacamos la sidra y los
bizcochos, improvisamos una vela con una ramita y con un cumpleaños feliz
bastante desafinado le deseamos que cumpla muchos más a Ismael. Luego todos nos fuimos a
sentar alrededor del fuego, hablando de esto y aquello y cayendo unos tras
otros cuando el sueño llamaba a la puerta de cada uno, hasta que todos nos
fuimos a dormir.
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