Amanecemos tras la larga noche pasada por agua y nos
disponemos, como todos los días, a disfrutar del desayuno que nos ayuda a entrar
en calor, cogiendo fuerzas para el día que nos espera. Nos sorprendimos a
nosotros mismos, batiendo nuestro récord desmontando las tiendas y el
chiringuito en general, aunque tampoco era muy difícil de batir porque está
claro que a campistas nos ganan de calle nuestros
pastores y poco a poco vamos aprendiendo de ellos…¡Ya dominamos el 8 de las tiendas
“2 seconds”! (¡¡Aprovechamos para darle gracias a Olleta y a Marian por
proporcionarnos tiendas nuevas que soporten la mala vida de frío y agua de la
vereda!!).
Durante la mañana, se encargaron de las labores de
hatero Héctor, Huerto y Paula. La mañana comienza fuerte para ellos, con Héctor
dándonos unas clases de conducción en el barro para sacar las furgonetas, con
un hábil manejo del embrague (fianza a becario). Se fueron junto a Urbano a
Villalba de la Sierra, donde se aprovisionaron de pan, huevos, carne, chuches y
desayuno (fundamentales para hacerle frente a la vereda con energía y no morir
en el intento subiendo lomas). Los lugareños les recomiendan un mirador desde
el que se ve el río Júcar, así que con toda la mañana por delante hasta el
almuerzo, deciden explorar la zona y disfrutar de las vistas. Como no todo iba
a ser relax, después se desplazaron al depósito de residuos (el cerrillo verde,
que obviamente suena más bonito) para preparar el almuerzo. Huerto y Paula
arriesgan su vida porque de repente encuentran su vocación, reporteras de
National Geographic, y deciden subirse a un árbol cercano para obtener el mejor
contenido multimedia posible para el blog y documentar nuestra experiencia a la
llegada de nuestras compañeras de vereda. Adjuntamos resultados:
Mientras, nosotros comenzamos la mañana caminando por
una zona muy pedregosa, en la que, sorprendentemente y pese a lo que temía
Vidal, no había demasiado barro. Pese a que estábamos deseando grabar, o al
menos presenciar, la primera caída de la vereda protagonizada por alguno de
nosotros, no nos quedó otra que continuar, y Vidal debió vernos tan tristes que
decidió animarnos contándonos algunos cuentos de brujería, remedios caseros y
anécdotas y leyendas de Guadalaviar. Durante el camino, Vidal nos señaló una
zona de árboles rodeada por un cordón con latas atadas, que supusimos que era
para alejar a los animales salvajes de los mismos. Esto mismo nos confirmó
Vidal, y nos contó que era una zona de trufas,
y que se protege para que no se las coman los jabalíes
¡¡anda que no tienen morro fino!!. Pese a que ninguno de
los bípedos mostramos nuestra torpeza, evidente si nos comparas con los
pastores, que andan por el monte cual cabra (no queráis tener que apretar el
paso tras Vidal por una loma, porque moriréis en el intento) hemos visto a una
oveja dándose una repelera (vuelta de campana)(Gracias Olleta por enriquecer
nuestro vocabulario).
Tras la larga caminata mañanera, Vidal nos dice “que ya le
huele a comida”, y para nuestra sorpresa, el almuerzo
se sale un poquito de la rutina y consta de
huevos, torreznos y embutidos, pero, como siempre, comimos cojonudamente. Los perretes también se quedaron con ganas de probarlo. Tranquilos madres y padres, hambre no pasamos!!
Tras el almuerzo, van de hateros Olleta y Carmen. Pese a
ir detrás de Urbano, que siempre tiene cuidado de que no nos despistemos
siguiéndolo, se pierden antes de llegar al campo de golf, que será nuestra
parcela privada durante esa noche, pero una vez allí, montan el campamento en un
paraje de pinos idílico, muy bien emplazado (gracias Urbano por las nociones de
campamento básico, ya van dando sus frutos).
Los demás hemos ido andando por los pinares de Villalba.
Ha sido una vereda tranquila y sin incidencias, con un terreno que nuestras
piernas agradecían tras tanto monte. Dani, al parecer, envidiaba a Jose Ángel,
Jessy y el resto de perros, porque se subió una loma corriendo para rescatar a
unas ovejas descarriadas y nos regaló el momentazo de la tarde. Por fin sale el
sol, y de la alegría nos dan ganas hasta de cantar (le dimos al pobre Vidal una
serenata de dos horas de La Oreja de Van Gogh, Amaral, Eros Ramazzoti...). Al
llegar al campo de golf dejamos pastar a las ovejas antes de meterlas al
corral, momento que aprovechamos para hacer algunas fotos.
Una vez recogidas las
ovejas, mientras los pastores se calentaban en la hoguera, decidimos entrenar
nuestros brazos para compensar el ejercicio de piernas, y Dani, Paula, Huerto,
Amaia y Olleta se pusieron a jugar al golf con piñas y un paragüas como palo.
Mientras, Héctor, Carmen y Leti, les animábamos desde nuestras sillas y hasta
les hacíamos la ola.
A la caída de la noche, cenamos “brasa guadalaviara”
(torrá), que estaba cojonuda (a estas alturas ninguna sorpresa). Tras la cena,
el cabrero desde la distancia nos pedía la canción “Txoria txori”, y con ella
inauguramos la velada de cantos. En honor a Carmen y a Urbano, cantamos a coro
la habanera triste, y Paula y Leti, como representantes cántabras del grupo, se animaron a
cantar “Viento del Norte” y “Santander la marinera”. Tras cantar algunas
peticiones del año pasado como “El tren” , “La jaca” escenificada por las
rugbiers Amaia y Huerto, “Copypaste”...renovamos repertorio con “El arca de
Noé”, “Mi estrella blanca”...entre otros hits. Entre unas cosas y otras, nos
fuimos calentando con la cremita de orujo, que entra genial con el frío.
Ismael también nos estuvo enseñando los “must” que
debíamos conocer de Joaquín Sabina y Chavela Vargas, y con el buen sabor de
boca del orujo y con los versos de Sabina, nos fuimos a descansar y prepararnos
para las aventuras que nos esperaban al día siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario