Comienza otro nuevo día con las
inconfundibles voces de los pastores como despertador, que siempre parecen
encantados de comenzar la jornada. ¿Será porque aman su trabajo o porque con
cada amanecer están más cerca de casa? Por una u otra razón, siempre alegran
las mañanas con sus chanzas y sus cantares.
Salimos de nuestras tiendas
cubiertas de escarcha (fig. 5), nos preparamos para partir y con los primeros
rayos de sol, empiezan a aparecer las siluetas de las ovejas y las carrascas,
antes cubiertas por la niebla de la mañana.
Las pequeñas gotas de rocío
congeladas, empezaban a regalarse y a caer de las ramas y los charcos de agua
helada se iban rompiendo para hacer de abrevadero a nuestros animales. Es
difícil explicar toda la paz y armonía que nos regalaron a los sentidos
aquellos montes…
Caminamos por aquellos montes,
animados y disfrutando del paisaje y la compañía. Nos acompaña la climatología
perfecta: sin excesivo calor y con el sol en lo alto, diciéndonos que
estuviéramos tranquilos, que ese día no nos íbamos a mojar.
Tras unas horas andando, aparece
a nuestros pies Ruidera. De nuevo una imagen para recordar (Fig. 6): nuestras
3000 ovejas en aquella loma, esperando las órdenes de sus pastores para cruzar
el pueblo y continuar con su vereda hacia el sur.
Tras unos minutos de espera,
cuando por fin nos dieron luz verde, atravesamos el pueblo creando revuelo en
sus calles. Los vecinos se asomaban a los balcones, los curiosos salían de los
comercios y hasta los niños del colegio se asomaron a ver a la Merina de los
Montes Universales pasando por allí.
Tras el almuerzo de rigor,
continuamos la marcha cruzando carreteras y aprovechando las rastrojeras que
quedaban cerca de la cañada para que a las ovejas no les faltara pasto.
El sol estaba cayendo ya, cuando
al fondo de nuestra vista, vislumbramos el campamento con las tiendas y la
hoguera esperándonos.
Con ganas y a la vez con
sensación de estar echando ya de menos todo aquello, nos comimos el puchero de
urbano y nos reunimos en la hoguera a disfrutar de nuestra última noche de
vereda.
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