Y hasta aquí llega
nuestra aventura. Hasta aquí nuestro caminar , es hora de volver a nuestras
vidas en Zaragoza. Volver a la Universidad, a horarios, fechas de entrega,
exámenes… Ninguno tenemos ganas, claro está. Nos encantaría quedarnos a vivir
en ese instante, de aquella forma. No entender de horas sino de momentos. Nos
encantaría poder seguir compartiendo nuestro tiempo con aquellas personas,
disfrutando de cada instante. Seguir riendo a carcajadas con los momentos que
vayan surgiendo, poder respirar tan profunda y hondamente ese aire puro,
felices.
Sin embargo, todo
principio tiene también su final. No nos lo podemos creer pero esta aventura
termina aquí para nosotros. Nos despedimos de los pastores, les damos las
gracias. Siempre, siempre, siempre les estaremos eternamente agradecidos por
habernos permitido vivir esta experiencia, por todo lo que nos han enseñado,
por su paciencia y su buen humor. Son ellos los verdaderos protagonistas de
todo.
“Yo no soy más que
pastor, pastor y pastor” ha repetido Ismael mil y una vez durante esta vereda,
“porque no sé hacer otra cosa”. Para ellos, esto no es más que seguir haciendo
lo que llevan haciendo siempre. Sin embargo, y aunque puede que no sean del
todo conscientes, su labor es tremenda. Respecto a la ecología, respecto al
propio mundo del ovino, respecto a la cultura de este país y por supuesto,
respecto a nosotros.
Nos han hecho, sin
duda, el mejor regalo que podrían hacernos: el tiempo. Nos han hecho olvidarnos
de relojes y nos han regalado el tiempo, su tiempo, el nuestro propio. Las
experiencias, los recuerdos que siempre permanecerán en nuestra memoria.
Se acaba esta
aventura para nosotros, y es posible que nunca volvamos a vernos este grupo, en
este momento, en este camino, todo exactamente así. Pero sin embargo, esta
aventura vivirá por siempre, en nosotros.
GRACIAS a Ismael,
Vidal y Urbano, de todo corazón, de parte de todos nosotros. ¡Y hasta la
próxima!
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