Partimos del campamento de Perico de los ovejos. Las hateras se quedan con Vidal haciendo la compra y rellenando los depósitos de gasoil. El rebaño continuó su camino atravesando el pueblo manchego de Belmontejo donde estamos seguros fue la atracción del día por los vecinos que salieron al encuentro.
Seguimos nuestro camino hacia Olivares de Júcar, trayecto en el que pudimos ir a un paso lento atravesando bancales y rastrojeras donde las ovejas “llenaron la andorga” y cumplieron el 4º mandamiento del pastor (comer hasta después de harto), empezando a ver ya las llanuras que vendrían por delante mientras conversábamos todos comiendo gominolas. Mientras esperabamos la cena y viendo el atardecer al calor de la hoguera, Juanvi sacó sus dotes de peluquero haciéndonos una trenza a cada una de nosotras y poniendo un particular nudo para sujetarlas.
Para cenar, teníamos arroz con pescado buenísimo, aunque esta vez nos dieron “hielo por liebre”, y como siempre siguiendo la tradición: cucharada, paso atrás y ¡tuuuuso fuera!
Y tras el manjar, al calor de la hoguera, empezamos a escuchar cencerros y mantuvimos el silencio hasta saber qué ocurría, el ganado en este lunes estaba ajetreado y nervioso, y por eso, los cánticos al calor de la hoguera fueron sustituidos por una velada de chistes a cada cual más malo, en el cual Leandro destacó notablemente, con algunos de los chistes mas malos que hemos oído. Aunque algunos casi se mean.
Y como bien dice Ismael, nos fuimos a la cama, que ahí siempre hay algo que hacer.
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