Un día más nos despertamos al sonido de las poesías y canciones de Ismael y tras el café, magdalenas, bizcochos y pastas emprendimos nuestro camino donde después de un rato caminando tuvimos que traspasar un túnel. Allí los mansos pudieron realizar de nuevo su importante función y pasaron primero para guiar a las ovejas, también tuvieron que hacerlo más adelante al traspasar la N-3. Por si no hubiese suficiente emoción en el día, los perros, tanto las mastinas como los careas, persiguieron sin éxito, pero con mucho ímpetu a un par de liebres.
Luego pasamos por Montalbanejos y llegamos a comer los ricos torreznos que trajo Pedro desde su Soria natal, que acompañamos con embutidos y quesos, y por supuesto la fiel compañera; la bota de vino. Aunque todo sea dicho, este año hemos jubilado a la bota “Irene”, la que cuando le apretas el culo da todo lo que tiene, y aún están pensando en cómo bautizar la nueva que llevamos.
Partimos tan campantes sin darnos cuenta que olvidamos el camping gas en el punto limpio donde habíamos comido, cosa de la que no fuimos conscientes hasta que los hateros se dispusieron a hacer la cena y Vidal tuvo que retroceder en busca de este.
Mientras tanto en la vereda encontramos 3 abrevaderos a falta de uno, uno con agua, otro sin agua y otro a medida de vacas, lo cual pillaba grande a nuestras ovejas que estaban sedientas tras una tarde tan calurosa que alguna decidió darse un chapuzón.
De camino nos esperaba, montado en el caballo, Conrado, un ganadero de vacas bravas las cuales pudimos ver de lejos mientras él nos acompañó durante un tramo.
Finalmente, llegamos a la cena donde nos esperaba la famosa ensalada de tomate, ajo y bacalao, esta vez también con olivas (o también llamadas aceitunas, tema de controversia en la cena) y unas riquísimas brasas con carne de la zona y hamburguesas que por supuesto no nos dejó con hambre (esto es imposible en la vereda). Pese a la fría noche, entre todos creamos un perfecto clima alrededor de la lumbre cantando y bebiendo. Algunos aguantamos hasta las 12.30h entre canción y canción, pero empezó a acechar la helada y además nos pareció escuchar un jabalí (que concluimos finalmente que era algún que otro ronquido o Problemas comiendo de los rastrojos).
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