jueves, 13 de diciembre de 2012

Día 10 - 10 de noviembre

Nos despertamos protegidos de la lluvia bajo el “chambao”, pero rodeados por una espesa niebla que apenas dejaba ver la ermita que se encontraba a escasos 20 metros.
Como cada día al despertar sacamos del hato nuestras provisiones más dulces para desayunar: chocolate, galletas, magdalenas y bollos varios.

Por otro lado, Ana se iba haciendo con el poder de la cafetera y nos preparó café para todos.

Puesto que el día anterior habíamos llegado más lejos de lo planeado debido a nuestra gran amiga la furgoneta, hoy teníamos tiempo de sobra para desperezarnos, desayunar y hacer nuestra labor científica de la vereda, sangrar ovejas con el objetivo de estudiar las posibles enfermedades que pudieran tener. Para ello, Antonio y Urbano tuvieron que bajar de nuevo hasta Villar de la Encina para coger de la furgoneta el material necesario para nuestra tarea. Al tiempo de partir hacia el pueblo para tal efecto volvimos a tener otra de nuestras intrépidas aventuras en la cual Ana, en su necesidad de cambiarse de botas, estuvo a punto de jugarse la vida…
Ya con todo el material preparado nos pusimos manos a la obra y con la ayuda de Ismael y Vidal que nos cogían y sujetaban las ovejas y de Antonio que nos ayudaba a localizar la yugular fuimos realizando la extracción de sangre a las veinte ovejas que teníamos que sacar.

¡A trabajar! (Isidoro)

Sin embargo, dada nuestra escasa experiencia y la diferencia de lana entre la rasa aragonesa, con las que hemos trabajado en la facultad, y la raza merina de la que eran nuestras ovejas en la trashumancia, tuvimos grandes problemas al principio para realizar nuestra labor. Pero con paciencia y buena vista conseguimos nuestro objetivo.

Tras el duro trabajo que resultó nuestra tarea y lo flojos que somos… necesitábamos reponer fuerzas ya, y como todavía nos sobraba tiempo nos pusimos a almorzar.

En este tiempo la niebla aún no nos había dejado, de modo que decidimos tocar la campana de la ermita a ver si el sol nos contestaba. Una vez más estuvimos a punto de provocar un desastre, por el contrario, el sol parece que nos escuchó y quiso responder a nuestra llamada despejando la niebla y dándonos un poquito de calor.
 
A tocar la campana (Carla Vila)

Con el sol ya sobre nuestras cabezas decidimos poner rumbo hacia nuestro próximo destino; Carrascosa de Haro.

Emprendemos camino atravesando campos con rastrojo de cereal y bellos paisajes de tonos rojizos bañados en verde por la senda de la vereda.
 
Hasta donde la vista alcanza a ver (Víctor Bara)
 
Por los campos de Castilla (Víctor Bara)

 

De repente, nuestra amiga Carla decidió que hoy era el día de montarse en el burro y lo hizo, no sin pedirle la segura ayuda que siempre da Samuel…éste en un ataque de caballerosidad soltó el ramal de Problemas dejando a Carla a su suerte que viendo su vida en peligro decidió tirarse de cabeza del burro yendo a caer justo en la única piedra que había en lo que mi vista alcanzaba a ver. Afortunadamente no ocurrió nada y quedó todo en otra anécdota más de nuestra semana.
 
¡Sálvese quien pueda! (Paula Dobón)

Tras esto, Nicolás el encargado de coger plantas, setas y demás decidió encomendarme en acto de confianza la bolsa con las plantas pues no confiaba lo suficiente en Paula. Quién le iba a decir lo que le esperaba cuando volvimos a encontrarnos en nuestro punto de llegada.

Proseguimos nuestro camino mientras comenzábamos a avistar a lo lejos un antiguo castillo, el castillo de Haro, que nos acompañó hasta nuestro final del día.
Justo antes de llegar a nuestro destino nos adentramos en la Ruta del Quijote y ya pudimos comprobar cómo las tiendas y la lumbre nos esperaban con ganas de escuchar nuestras historias y noticias del día.
Nicolás he perdido las setas.

Para la cena de hoy nos acompañaron gran cantidad de amigos de pueblos cercanos, uno de los cuales preparó la cena, pollo campero, que degustó con especial energía nuestro amigo Nicolás.

Tras la cena nos obsequiaron con un postre casero exquisito que hizo las delicias de nuestros hambrientos estómagos, tres flanes de rechupete.

Lamentablemente y cuando la noche estaba en pleno apogeo comenzó a llover y tuvimos que correr a resguardarnos a las tiendas, sin más por hacer y agotados pusimos fin a nuestro día metidos en nuestros sacos, protegidos durante la noche por una de las mastinas.
Autores: Víctor Bara, Samuel Benítez, Paula Dobón, Ana Ferrando, Nicolás Iván Larenas, Mª Carmen Torralba, Carla Vila

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